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Reformas constitucionales, ¡hasta cuándo!

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Una Constitución es la norma básica y fundamental que sustenta jurídicamente a una nación. Constituye los fundamentos del consensus básico de la sociedad.

Es la norma suprema que organiza, designa y relaciona los poderes públicos. Estabiliza las instituciones de los vaivenes sociales y de los protagonismos personales.

Por ser suprema es el pilar jerárquico del resto del ordenamiento jurídico, que es inferior en valor lógico.

La historia de las Constituciones forman parte de la humanidad. Recordemos que Aristóteles 5 siglos A.C., ya escribió "Las Constituciones de Atenas".

Se dictan para el futuro y tratan de regir el máximo posible para darle consistencia al sistema. No se trata tampoco de que sea inmutable, pero que sí tenga al mismo tiempo, una firmeza en cuanto a su naturaleza, pues es la súper ley, que debe someter a su férula, a toda la población, el territorio y la vida inagotable de los estados.

El 11 de noviembre de 1990 se reanuda nuestro sistema democrático con el Presidente Sr. Aylwin hasta el día de hoy.

Comienza una sucesión interminable de reformas constitucionales de todo tipo. Contamos en casi 24 años con 29 de ellas. Muchas contienen innumerables enmiendas, razón por la cual, no son comparables unas con las otras.

La de EE.UU. de 1787, sólo tiene 27 enmiendas. O La Española de 1978, 2. La Francesa, desde 1958, de 5.

Hemos cambiado las normas sobre el terrorismo; Parlamento, Tratados, hasta los que señalan que una ley va a determinar el ministerio o los órganos que ejercerán el control y la supervigilancia de las armas.

En el gobierno de don Ricardo Lagos (2005) se promulga la reforma más importante que la Constitución sufrió desde 1990. Fue consensuada entre la concertación y la alianza. Varios años de discusiones y análisis de todos los actores sociales del país.

La reforma fue colosal y fundamental. Sólo a vía de ejemplo, el Tribunal Constitucional es objeto de una profunda modificación. Su integración, las atribuciones se amplían considerablemente, para ser actualmente un órgano vital, esencial y fundamental en la vida política del país. Integrado por ilustres juristas, muchos de los cuales, han tenido gran participación política en distintos partidos y posiciones doctrinarias.

Se eliminaron los senadores designados y vitalicios. Se reformó el Poder Judicial, el Congreso Nacional, Fuerzas Armadas, etc.

Se cambiaron numerosas normas para ser más expeditas y fáciles las reformas de la Constitución. Pasamos de tener una Constitución rígida a una que cuya enmienda es más sencilla y menos complicada.

El Presidente señaló en la Moneda: "La Nueva Constitución marca un momento trascendental para todos los chilenos, pero sobre todo para las nuevas generaciones, porque son ellas las llamadas a proseguir la tarea de perfeccionar nuestra democracia, ampliar nuestras libertades, elevar los niveles de justicia social, hacer de Chile un país cada vez más grande, como lo soñaron los padres de la Patria, respetado por las virtudes y por la buena vida de sus habitantes".

"Tenemos, por fin, una Constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile, con el alma permanente de Chile. Representa nuestro mejor homenaje a la Independencia, a las Glorias Patrias, a la gloria y a la fuerza de nuestro entendimiento nacional. Esta nueva Constitución constituye uno de nuestros más importantes legados para el Chile del bicentenario, para las nuevas generaciones a las que tocará tomar en sus manos la dirección de nuestra comunidad política y llevarla hacia un Chile más democrático, más justo, más libre e igualitario, para el bien de todos y cada uno de sus habitantes." (Reforma Constitucional. LexisNexis, pág. 18).

Pero se fue mucho más lejos, por cuanto, cualquiera que lea la parte final de nuestra Constitución, después de las disposiciones transitorias, podrá observar, que quien la promulgó y ordenó publicar, fue el propio Presidente Lagos, con la firma de todos sus Ministros, al 26 de Agosto del 2005. No existe ninguna referencia ni en el decreto que ordena la publicación como en quienes la suscriben, al gobierno militar, eliminándose hasta el preámbulo que aquella en su texto original contenía.

Podemos decir, sin lugar a dudas, que nos regimos por una Constitución completamente nueva, mediante todas las innovaciones y cambios que se han producido en los últimos años. Desgraciadamente, la ignorancia y el desconocimiento de la vida histórica del país, aún de lo ocurrido hace tan pocos años, es mayúscula, grandísima. ¡ La Constitución de 1833 y hasta 1925, sólo tuvo 8 modificaciones. La de 1925 que rigió hasta 1973, sólo tuvo 10 reformas, y la actual, en 20 años, 30.

Con el movimiento estudiantil y social, todos los días estamos escuchando frases tales como: "reformas constitucionales a la educación"; "convención constituyente". O sea, una avalancha y una marea interminable de cambios, modificaciones, readecuaciones que nadie sabe para qué o su contenido o finalidad. Todo esto dentro del desorden que impera en la vida política y social. Preludio de una anarquía propia de las grandes crisis.

Encina, refiriéndose al período de la anarquía de 1823 a 1830, relataba que una de las causas eran "Las esperanzas cifradas en las constituciones políticas". Y lo unía al errado "concepto de la libertad", sin deberes, añadiéndole "La libertad y la crisis de la sanción", o sea, "La falta de respeto a las leyes, unido a la licencia y a la amoralidad política". Finalmente, señalaba, como propio de nuestra idiosincracia, "La creencia en la eficacia todopoderosa de las leyes".

Casi 2 siglos después, estos caracteres y atributos están plenamente vigentes, como lo demuestran palpablemente los movimientos sociales y estudiantiles de los últimos meses. Es una orgía y una hemorragia interminable de reformas y reformas y algunas absurdas, que a lo único que nos van a llevar es a la desestabilización y a la desorganización social y política.

Es indiscutible que todos estamos de acuerdo en que hay que mejorar la educación, la salud, la vivienda, la pobreza, etc.. Ello no lo vamos a mejorar solamente con cambiar una Constitución por otra, o enmendar leyes o reglamentos.

Muchos pretenden solucionar todos los problemas del país mediante plebiscitos. Otro espejismo y falsa panacea para engañar a multitudes que desconocen las técnicas más elementales.

El plebiscito sólo es posible cuando existen discrepancias entre el Presidente y el Congreso, exclusivamente en materia de reforma constitucional. No hay plebiscito para las leyes u otras materias.

Tenemos una democracia representativa. No tenemos la iniciativa popular; tampoco el veto popular ni el recall, etc..

En los últimos años, (en una reforma) se incluyeron las consultas no vinculantes ni plebiscitos en materia municipal, pero para materias estrictamente locales y no nacionales.

Las soluciones que se proponen son quiméricas y si se accediera a todo lo que pretenden políticos, estudiantes, dirigentes laborales, etc., estaríamos cayendo en el desorden más gigantesco que nos llevaría, sin duda, a un quiebre constitucional, del cual salimos finalmente hace tantos años. Muchos no entienden nunca de las experiencias de la historia, por eso volvemos a caer a cada rato en gravísimos errores.

De continuar con este absurdo y equivocado camino, nos estaremos farreando todo el enorme esfuerzo que se ha hecho durante los últimos años de nuestra vida democrática y que han colocado a Chile como una prestigiosa república latinoamericana, que es modelo en el mundo entero, para el resto de los países, por su estabilidad, crecimiento económico y social.