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Navidad en el Bío Bío

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Qué duda cabe de que la Navidad, la nativitas o nacimiento, es una de las festividades más importantes del cristianismo. Varias confesiones religiosas se unen para conmemorar el nacimiento de Jesucristo en Belén, como la Iglesia Católica, la Anglicana, algunas comunidades protestantes y la Ortodoxa Rumana. Para los angloparlantes es Christmas, misa de Cristo; entre los alemanes la fiesta es la Weihnachten, la noche de bendición.

El mundo ha cambiado, y radicalmente. Los símbolos profundos muchas veces dan paso al imperio de una vida agitada, dura, compleja y con profundas inequidades, todo tan opuesto a los bellos deseos de la Navidad y a la placidez de esos pensamientos.

Hoy suele confundirse las muestras de amor con obsequios materiales más o menos caros según los presupuestos disponibles y el endeudamiento tiende sus garras sobre las necesidades más urgentes de cada hogar. El concepto de Navidad se ha alterado y ello arriesga el más profundo contenido de la gran festividad religiosa que marca el nacimiento del Señor.

Es necesario que la sociedad, en todo su conjunto, redescubra esta fecha, ya sea como un instante de religiosidad supremo, ya sea como un momento de reflexión para quienes postulan otras creencias, en un intento por buscar ser mejores, más justos y equitativos.

Nuestra Región del Bío Bío ha vivido momentos difíciles. Sus estadísticas relacionadas con la economía, como el desempleo o los bajos ingresos, siempre figuran de la mitad para abajo en la escala nacional. Por si fuera poco, en estas últimas horas decenas de familias sufren con los incendios forestales en las provincias de Arauco y Bío Bío.

El mejor regalo de Navidad para nuestra Región, justamente es de aquellos que no tienen precio, es un obsequio que habla de diálogo, de acuerdos, de remirarse entre todos los actores para encontrar soluciones sobre la base de la honestidad, la sinceridad y la búsqueda de puntos de encuentro sin pretender imponer los extremos. En definitiva, buscar la convivencia con mayor respeto, tolerancia y solidaridad.

El Bío Bío debe tener su propia Navidad; cada quien es responsable de que ello ocurra.

Restos de un naufragio

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La catástrofe electoral de la derecha se veía venir. Se escribía al respecto y mucho más se escribirá. Una crisis es una oportunidad se ha dicho pero la derecha se enfrenta a más que una crisis: ha sufrido mucho daño y tiene que reconstruir.

Siempre está la tentación de renunciar y asumir que no hay nada que hacer; "es que Chile tiene alma socialista", me decía un amigo hace algunos años. Los resultados electorales del último siglo, y del anterior, parecen confirmarlo. Pero, por otra parte, las encuestas sobre temas como legalización de la marihuana, aborto o matrimonio entre personas del mismo sexo, además de la alta abstención electoral, parecen apoyar la intuición napoléonica -compartida también por Chesterton - acerca del conservadurismo del pueblo.

Atrincherarse en los quórum parlamentarios, que es más o menos lo que el sector venía haciendo, ya no es posible. La mayoría no acepta por mucho tiempo la noción de que la democracia no consiste en dos lobos y una oveja votando qué habrá de almuerzo.

Para salir de una situación como ésta lo primero es asumirla. La derecha se encuentra en un estado de desastre. Tratar de taparlo aludiendo a que la izquierda disminuyó su votación en términos absolutos o a algún otro factor circunstancial (que los hay) como la enfermedad de Pablo Longueira o la popularidad casi mesiánica de Michelle Bachelet no va a resolver ningún problema.

La manera de recuperarse comienza por entender bien las causas del desastre, que son muchas y variadas. Lo básico: una elección puede darse en distintos niveles. Si todos están de acuerdo en lo que hay que hacer (fines) y en los medios para lograrlo, sólo queda elegir a la persona más adecuada para ejecutar los medios: un gerente. Pero puede que, habiendo acuerdo en los fines, la discrepancia esté en los medios; eso es otro nivel. Lo difícil es cuando el desacuerdo está al nivel de los fines, y es aquí donde estamos ahora. No cuenta decir que todos queremos lo mismo (un país mejor, más justo, etc.), porque esos conceptos pueden llenarse con contenidos muy distintos y hasta opuestos.

La derecha ofrece gente capaz y medios eficaces, mientras que la izquierda ofrece una visión de la sociedad. La derecha usa el lenguaje de la conveniencia -crecimiento económico, eficiencia, emprendimiento y la izquierda un lenguaje moral -justicia, derechos, comunidad . (No es que la izquierda sea inmoral, es demasiado moralista.) Siendo importante lo conveniente, nadie se identifica con eso. La persona se identifica, lucha por algo que le dé sentido a lo útil. Aquí está el meollo del asunto. Ya habrá oportunidad para ver dónde y cómo encontrar un lenguaje moral.

el socialismo siempre termina por consumirse a sí mismo, y cuando ese proceso se completa, es necesario un gobierno que sea capaz de ordenar la casa. Pero resignarse a eso puede costarle mucho al país. Si la derecha no logra proponer algo sólido que haga frente a las ideas -y no sólo a la administración- de la izquierda, estará condenada a tener gobiernos esporádicos al servicio de las irresponsabilidades izquierdistas.