Los clientes interesados corresponden a fabricantes que requieran contar con un prototipo rápido. También se utilizan en el rubro de la arquitectura, odontología y joyería.
Cuesta imaginar cómo una impresora puede llegar a dar vida a objetos en tres dimensiones o en 3D, como se conoce. Sin embargo, gracias a la innovación y creatividad de Verónica Fernández y Luis García, esto fue posible. Ellos, junto a otros dos ingenieros, dieron vida a un proyecto, que no sólo es inédito a nivel regional, sino que también en el país, debido a elaboración, 100% penquista.
La iniciativa denominada "Conce 3D Printer", y administrada a través de la empresa que crearon, Poda Chile, funciona a través de una tecnología relativamente nueva, que utiliza diseños numéricos en un computador, para luego dar vida a volúmenes a partir de un filamento plástico.
"En el fondo utilizamos un programa de transferencia de volumen a un código traducido a un texto. Ésto es lo que lee la máquina, en donde van todas las instrucciones para la codificación. Se le otorga la densidad de la malla y la definición de los elementos a fabricar, que por cierto, son en base a capas", detallaron.
Los interesados en este tipo de servicios o productos, corresponden a fabricantes que requieran contar con un prototipo rápido. Además, se utilizan en la industria de la arquitectura, para la elaboración de maquetas, y en el área industrial, para obtener pequeños prototipos de partes y piezas o componentes de gran diseño. Son requeridos también para el rubro odontológico y la joyería.
PRIMER PROTOTIPO CHILENO
Luego de vivir cinco años en Barcelona, Verónica Fernández, quien es diseñadora industrial, y Luis García, arquitecto, se desempeñaron en distintos trabajos, al mismo tiempo en que se especializaban en sus estudios. Fue así como se percataron del avance que registraban este tipo de impresoras, que aún no llegaban a Chile. Si bien, algunas personas podían acceder a comprarlas en el extranjero, éstas carecían de repuestos y el servicio técnico necesario.
Fue por este motivo, que finalmente dieron vida a un prototipo chileno, con el apoyo de Innova Bío Bío. Postularon a la décima convocatoria y recibieron un monto de $5 millones. El proyecto se gestó junto a otros dos profesionales: Joaquín Fernández, ingeniero mecánico, y Francisco de la Carrera, estudiante terminal de Ingeniería en Ciencias Físicas.
"Comenzamos a observar que en Chile existen empresas que importan este tipo de máquinas, pero a costos muy altos. Por eso es que nosotros queremos fabricarlas, comercializarlas y, al mismo tiempo, prestar un servicio. Le bajamos el costo al producto y con nuestra misma impresora hoy elaboramos algunas piezas para fabricarla. La idea es ponerla a disposición de empresas o emprendedores que necesiten desarrollar su sector o para despachos de arquitectura. También son requeridas por alumnos de diseño industrial y escuelas relacionadas a esta carrera", explicó Verónica Fernández.
Fue así como formaron este grupo, que comenzó a estudiar desde principios de este año la manera de crear este dispositivo.
"Obviamente hemos pasado problemas propios de diseño. No es tan fácil crear una herramienta así. De todas maneras ha sido un año muy productivo. Ahora sólo nos falta elaborar el último prototipo, puesto que en total son tres, y ya llevamos dos. Aparte de esta impresora que es mucho más pequeña, contamos con una mucho más alta, que permite elaborar objetos mucho más grandes", sostuvo.
Es por eso que hoy el objetivo de este grupo de cuatro profesionales, que por cierto ya otorgan empleo a otros dos diseñadores, consiste en posicionar a su empresa, con una oficina instalada en San Pedro de la Paz, a partir de los próximos meses.
Al mismo tiempo estudian mecanismos para ofrecer un buen servicio técnico, al concretarse las ventas de los productos, junto con un buen servicio de capacitación digital a los clientes, de manera que puedan darle la mejor utilidad posible.
TIEMPO DE FUNCIONAMIENTO
La rapidez con que la impresora 3D funciona dependerá del volumen y la complejidad del objeto al que se le quiera dar forma. Sin embargo tarda en términos generales, entre 20 a 25 minutos por pieza.
El insumo se denomina filamento de plástico, el cual, a través de la bandeja de calor del dispositivo, se va derritiendo, para dar origen al prototipo o figura requerida. El kilo cuesta unos $30.000 más IVA.
"Ya tenemos algunos interesados y hemos enviado algunas cotizaciones. Estamos en plena mitad del proceso de elaboración de nuestros modelos, sin embargo, en donde hemos expuesto nuestro trabajo hemos recibido buenas críticas. Somos la única empresa que se dedica a este rubro en la Región, y poco a poco hemos ido adquiriendo una visión más comercial", destacó Luis García.
Al mismo tiempo, tanto Verónica como su esposo Luis, aseguraron que pasar por distintos trabajos mientras estudiaban su post grado en España. "Yo creo que para emprender se debe contar con la experiencia de haber trabajado para otras personas, especialmente en otro país. Eso es muy importante. Sirve para reforzar el trabajo en equipo y la creatividad".