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Chile ingresó al Consejo de Seguridad no con la mejor compañía

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El ingreso de Chile como miembro no permanente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, después de haber conseguido 186 votos de un total de 191 posibles en la Asamblea General, ha sido asumido por la comunidad política plena como un triunfo de nuestra diplomacia y como un hecho que refleja un sólido reconocimiento a nuestra realidad democrática.

Esta visión, si bien se condice con el sentir que tiene la comunidad internacional a nivel general respecto a lo que es Chile dentro del sistema internacional, no es la manera adecuada de presentar las condiciones de entrada, especialmente si analizamos quienes son los otros cuatro Estados que acompañan a Chile en el ingreso al seno del órgano más relevante desde el punto de vista político que tiene Naciones Unidas.

Debemos considerar que Chile entró al órgano junto a Nigeria, Chad, Arabia Saudita y Lituania, algunos de los cuales han brillado por la falta de compromiso con la paz y la seguridad internacionales. Aquello se aplica en el caso de los dos primeros, ya que en la solución de sus recientes guerras civiles no han implementado mecanismos adecuados de reparación para las víctimas ni han mostrado voluntad para perseguir a los culpables de crímenes de lesa Humanidad que han existido en los propios conflictos.

Estas acciones -a la luz de las opiniones de los tribunales internacionales de justicia y por la opinión especializada de la doctrina- han sido declaradas como factores que amenazan la paz y la seguridad internacional.

A su vez, y analizando el caso de Arabia Saudí y Lituania, nos damos cuenta de que estos Estados, especialmente el Estado petrolero y en virtud de las opiniones de la Comisión de Derechos Humanos y organismos especializados en la materia, están entre los principales violadores a estos derechos.

Ante esto, es importante señalar que la llegada de Chile al Consejo de Seguridad debe entenderse en función de los propios mecanismos de ingreso y que están dados por una votación universal, democrática pero condicionada por el carácter regional de los Estados que renuevan los escaños.

Pedro Díaz

Polanco Director de

Ciencias Políticas y Gestión Pública U. San Sebastián