Mesura a comandos
Cuando recién han transcurrido algunos días desde el inicio del período legal que autoriza la propaganda con miras a las múltiples elecciones del domingo 17 de noviembre, ya ha habido algunos problemas derivados de la destrucción de elementos pertenecientes a los candidatos, ratificando una lamentable tendencia que se repite cada vez que la ciudadanía se ve llamada a renovar a algunas autoridades.
Al respecto, cabe formular un llamado que también ha terminado por convertirse en un hecho reiterado, pero no por ello menos necesario. Se trata, nada menos, de pedir mesura a los comandos de los diversos candidatos a senadores, diputados y consejeros regionales, para que una situación propia del ejercicio democrático no derive en excusa para desatar actos de violencia, absolutamente prescindibles, que por lo demás no tienen ningún efecto favorable para quienes participan en ellos, puesto que la gente repudia desde su silencio a los promotores de las riñas.
Igualmente, es fácil detectar que el ciudadano común está sometido a una presión extraordinaria en esta oportunidad, ya que se encuentra frente a cuatro elecciones simultáneas, contando además que una de ellas, la de consejeros regionales, constituye un verdadero misterio para importantes sectores de la comunidad, que ni siquiera conoce algunas de las responsabilidades, funciones y atribuciones reservadas para ellos, y menos conoce a quienes aspiran a serlo. Por ello es que ha sido necesario apuntar a los electores para darles a conocer por lo menos parte de esta situación.
Lo cierto es que, con conocimiento de los votantes o no, los diversos candidatos ya hicieron el despliegue de sus mensajes mediante todos los medios posibles, lo que, lamentablemente, continúa incluyendo la propaganda callejera, que tiene al Gran Concepción y a las demás ciudades de la Región del Bío Bío convertidas en un amasijo de letreros de todos los colores, tonalidades y tamaños, que en su mayor parte no van a servir para nada mejor que el ensañamiento de los comandos de los candidatos rivales, porque no van a alcanzar ni a ser leídos antes de caer en manos de los destructores, mientras la gente se pregunta si valió la pena invertir en ellos.