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Sencillamente madre

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Ser mujer es sinónimo de amor, comprensión, delicadeza y generosidad. Pero ser madre es la realización de la grandiosidad de convertirnos en todo lo que deseamos ser, la mezcla perfecta "entre lo amoroso y lo estricto, lo visceral de lo emocional, lo protector de esa pseudo libertad que deseamos ir entregando de a poco y sin soltar".

Todo nos convierte en madre, desde cuando suena la alarma para despertar hasta cuando repasamos los últimos compromisos del día siguiente. Cada hora con un nuevo afán invadiéndonos desde la emoción y el asombro el paso del tiempo.

Cada día es un pequeño descubrir desde el apego en el vientre hasta la vinculación de nuevas emociones. Sentir la tibieza de su cuerpo, la delicadeza de pequeñas manos así como ese especial aroma de sus cabellos y despertar.

Cada madre tiene eso particular que las define, sin embargo todas tienes la corresponsabilidad de formar seres humanos emocionalmente robustos, seguros de sí mismo y capaces de replicar en el futuro aquella cuna de maternaje que quedo en la impronta del corazón.

Ser madre tiene esa singularidad que no implica "parir para sentir", sólo implica el amar a otro como tuyo para siempre, convirtiéndote mágicamente en mamá.

Desde esta especial tribuna deseo abrazar aquellas madres que acompañan a sus hijos en enfermedades a diario en hospitales, las que persisten con fe en la recuperación de las adicciones de sus hijos, las que los reciben de vuelta sin preguntar nada cuando se separan, las que cuidan de sus nietos para que sus hijas estudien, las que pasan largos meses esperando a su hijos en el proceso de adopción, las que semanalmente hacen filas para visitar por horas a sus hijos privados de libertad, las que hacen manualidades como que fuesen propias, las que llegan a tomar lecciones para el día siguiente...

En fin a tantas mujeres, adolescentes y futuras madres que conocen el amor incondicional a partir de ver en otros ojos la maravilla de la vida.

*cnavarretek@gmail.com

psicóloga