Cambio Climático y recursos hídricos
En una reciente visita de la delegación de investigadores norteamericanos y latinoamericanos que forman parte del proyecto "Cabeceras de cuenca y cómo construir resiliencia para adaptarnos al cambio climático", tuvimos la oportunidad de estar en el lago Laja, en la parte alta de la cuenca del río que lleva el mismo nombre, y con preocupación constatamos la importante disminución de los niveles habituales de nieve.
La sorpresa de encontrar menos nieve que la habitual en el Parque Laguna del Laja, y un ambiente seco a pesar de encontrarnos en medio del período invernal, seguramente augura un verano con menor disponibilidad de agua.
En este contexto, en el caso del río Laja se produjo un acuerdo entre los usuarios que producen energía y las asociaciones de regantes del río, para no profundizar la baja del nivel de agua del Lago Laja hasta un cierto nivel. Así, con la ayuda de los colegas ingenieros de la Universidad de Concepción y la Universidad Católica de la Santísima Concepción, se llegó finalmente a un nuevo acuerdo que superó aquel convenio entre Endesa (entonces estatal) y los regantes del año 1958.
¿Qué llevó a estos importantes actores en la gestión del agua a ponerse de acuerdo? La razón fue -en sus propias palabras- el constatar la escasez del recurso durante el período estival, y darse cuenta que el manejo que se llevaba del agua no era sostenible, afectando a todos ellos y a otros usuarios fuera del acuerdo, como los que acuden al Salto del Laja para la contemplación del río y su naturaleza.
Este hermoso paisaje se estaba quedando sin agua durante el verano, que es justamente cuando mas visitantes llegan al lugar a observar su hermosa cascada. Algunos de los usos que tiene la cuenca del Río Laja, aparte de las mencionadas, es la producción acuícola. Hoy existen varias pisciculturas instaladas en la parte alta, que aprovechan la excelente calidad de sus aguas. Está también el uso del suelo agrícola-ganadero y forestal.
En el Programa de Monitoreo de la Calidad del Agua de la Cuenca del Biobío, llevado a cabo por el Centro Eula, hemos constatado que a los problemas de cantidad de agua se suman los de su calidad, que se ha visto deteriorada durante los últimos 25 años, desde que se iniciara el programa. Esto hace que el rol histórico del Río Laja, que mejoraba la calidad del Río Biobío en su parte inferior, se esté progresivamente perdiendo en estos años.
Debemos ocuparnos más activamente de este problema. Todos nuestros datos indican una tendencia decreciente en la precipitación en la parte andina y una reducción de los caudales promedio, junto con un incremento de las temperaturas, con datos de los últimos 40 años. Es decir, la evidencia que nos muestra el cambio climático para nuestra región es una reducción del agua que cae en forma de nieve y agua, así como de los caudales que transportan los ríos.
Frente a este escenario, se requiere actuar con mayor urgencia, dada la realidad que enfrenta nuestra región de escasez hídrica y falta de acceso al agua en comunas como Cabrero y Florida. Los ríos Laja y Biobío requieren que se constituyan juntas de vigilancia en esas cuencas, pero con una amplia participación de todos los usuarios, para constituir e implementar la gestión de estos complejos ecosistemas, apoyando decididamente la gestión de las cuencas como una medida de adaptación al cambio climático.
Podemos ser ejemplo de estos procesos a nivel de país, demostrando que con el aporte de la ciencia y las universidades locales, se pueden alcanzar acuerdos y desarrollar mejores oportunidades para todos en nuestra región.
Decano de la Facultad de
Ciencias
Ambientales,
UdeC