Cuando la oceanógrafa inglesa Susannah Buchan habla de las ballenas, más que interés por el tema que estudia, contagia pasión y amor. La razón es que lo que hoy es su trabajo es en realidad la forma de darle vida a un sentimiento que cultiva desde su infancia y que despertó la vocación que la tiene viviendo en Chile desde hace 12 años, donde trabaja como investigadora asociada al centro de investigación oceanográfica Copas Sur-Austral, alojado en la Universidad de Concepción (UdeC), y que la llevó a ser una de las protagonistas del programa documental "Wild Chile" que se emitió por la televisión abierta el año pasado.
Ella nació y se crió en Londres, pero desde su niñez visitó a sus abuelos que vivían en Canadá "donde hay una gran área de alimentación de ballenas. Fui a tours de avistamiento de estos animales, por lo que desde chica los vi y me obsesioné con ellos", recuerda, involucrándose así cada vez hasta llegar a lo que la marcó y determinó su camino: la conmoción que le causó saber el impacto de la caza de ballenas, cetáceos de los que muchas especies hoy están con algún riesgo de conservación, pues sostiene que "cuando supe que estos animales tan lindos y libres fueron casi exterminados me motivé a meterme en la ciencia y tratar de hacer algo para ayudar a su recuperación".
ONR Whales in Estauries
PROYECTO E IMPACTOS
Diversos aspectos son dignos de destacar del proyecto financiado por la ONR (agencia estadounidense) y que se centra en el estudio de los sistemas estaurinos de la Patagonia, zona de alimentación de ballenas, donde quieren entender los factores ambientales y dinámicas oceanográficas que explican que haya tanta riqueza de nutrientes; algo todavía desconocido, pero de una magnitud difícil de imaginar. En este sentido, la doctora Buchan cuenta con emoción que uno de los principales focos es la Patagonia norte, donde hay alta presencia de ballena azul, el animal más grande del planeta y que "puede consumir 3 toneladas de krill al día en época de alimentación, lo que es muchísimo alimento", resalta.
Precisa que en el proyecto ha sido clave el uso de tecnología avanzada, una especie de dron submarino, para el monitoreo acústico, que es su área de expertise.
-Toda la vida marina se mueve dentro de un ambiente acústico, porque el océano no es visual. Las ballenas producen vocalizaciones muy potentes, que propagan a veces cientos de kilómetros y entonces monitorear la acústica marina, específicamente los cantos de ballenas, es la única manera que tenemos de monitorear de forma continua su presencia.
Agrega que el uso de este instrumento permite obtener datos en tiempo real, lo que deriva en una implicancia que trasciende al hacer ciencia y generar conocimiento, ya que ello puede permitir la toma de decisiones. Por tanto, comenta que una de las proyecciones que tienen como una fase luego de finalizar el proyecto es montar un sistema de monitoreo y alerta de presencia de ballenas para las embarcaciones para que tomen resguardos y eviten colisionar con los cetáceos, pues estos eventos son uno de las más grandes amenazas a su conservación a nivel mundial y del que se estima que por cada evento registrado (varamiento) hay una subestimación de 95%, lamenta Susannah Buchan.
Al respecto, la investigadora destaca que para resguardar áreas y, en este caso a las ballenas, es primordial entender las dinámicas de los ambientes donde están presentes, los factores que las favorecen o los que podrían afectarlas, por lo que no duda del impacto del proyecto en el que está trabajando puede tener. Y según lo que plantea, esto no solo para la vida de cetáceos como la ballena azul, que casi llegó a la extinción y está protegida desde 1966, sino para la vida en todo el planeta.
-Consumen mucho krill, entonces en la trama trófica son consumidores. Por la cantidad de alimento que consumen, además, si están presentes son un indicador de salud del ambiente.
Pero, también se ha visto que cuando defecan fertilizan el océano y en un golfo en Estados Unidos se estima que el aporte de nutrientes al océano superficial por la defecación de ballenas es mayor que el aporte de nutrientes de los ríos.
-Los nutrientes son clave porque sin ellos las plantas no crecen y la mitad del oxígeno que respiramos se produce por la flora del océano. Entonces, de alguna manera, las ballenas también contribuyen a esta bomba que produce oxígeno y absorbe dióxido de carbono.
POBLACIÓN PARTICULAR
Así, perder solo un ejemplar es un daño enorme, sobre todo si se trata de especies en riesgo como la ballena azul, con mayor razón si es una población pequeña como la que estudia en la Patagonia norte, de cerca de 600 ejemplares que la tienen maravillada. "En 2007 no estaba claro si venían de la Antártica y pasaban por allí. Pero, desde la acústica, genética y foto-identificación, fuimos aprendiendo que esta población es chilena y tiene su propio dialecto, único para esta población", cuenta emocionada.
Reconoce que, tal vez, lo correcto sería decir que este grupo de cetáceos es en realidad del Pacífico Sur-Oriental, pero como Chile es ocupa una importante extensión de esta zona oceánica y como donde está estudiando es el destino final de alimentación de estas ballenas azules, para Susannah Buchan la realidad es que son un patrimonio natural chileno para la humanidad, y tiene certeza que considerarlo así es la mejor forma de generar cercanía y mayor consciencia, sobre todo desde el aspecto acústico y el significado sentimental que le atribuye, pues sostiene que "el canto de la ballena azul es el sonido biológico más potente del planeta y es producido por machos, probablemente llamando a las hembras, entonces es una canción de amor y es la más potente del planeta. Que estas ballenas tengan su propio dialecto, significa que tienen un canto de amor chileno, igual como lo tienen las personas y hay piezas nacionales, y creo que eso nos acerca: tenemos que saber que estas ballenas son nuestras y que tenemos que cuidarlas", finaliza.