Izvy Royer es una arquitecta venezolana de 26 años. En marzo del año pasado llegó a Concepción junto a sus padres, a su hermana, estudiante de segundo medio del Colegio Chileno Árabe y a su pareja, Andrés Vargas. A poco de llegar, su padre volvió a Venezuela, pero los dejó con la misión de buscar un local para establecer un negocio. En el país caribeño -antes de la crisis económica y social- él era un próspero comerciante vinculado a la industria del plástico.
Así las cosas había que dedicarse rápidamente a buscar una forma de generar ingresos para la familia. Acá tenían amigos que en Venezuela se dedicaban al rubro de la cafetería, y sondearon cómo operaba este mercado en la capital penquista. Siete meses después abrieron su cafetería en Concepción: Mandala's Coffee Shop.
Izvy cuenta que el proyecto surgió muy rápido porque es un emprendimiento familiar donde trabajan todos. Su mamá, que además de ser instructora de yoga es contadora, es quien se encarga de la caja y las cuentas. Izvy se enfocó en el diseño del local, haciendo de un espacio no muy grande un lugar acogedor para reuniones o espacios de trabajo, favorecido porque en el entorno hay muchas oficinas y es un lugar céntrico. Y Andrés Vargas, su pareja, es el barista. "Y como somos extranjeros nos identifican como el café de Venezuela, aunque estamos dirigidos al público y gusto de los chilenos".
En el local de dos pisos, el aroma a café es el que invade, destacando la emprendedora algunas de las especialidades, como el latte expreso con infusión de miel y naranjas y el bombón que es café expreso con leche condensada y crema. Mientras tras la puerta de acceso tientan a la vista en la única vitrina, profiteroles, strudel, tortas, brownies 100% cacao y el "quesillo", que es una preparación similar a la leche asada, "auténticamente venezolano", dice. La oferta repostera suma una decena de productos de repostería. Eso, además de sándwiches y tres variedades de ensaladas.
Los detalles asoman de pronto y sorprenden, como que por ejemplo, en vez de soda antes del café, ellos ofrecen aguas de hierbas.
Encadenamiento
Lo que distingue también este emprendimiento es el encadenamiento productivo, ya que se integra el trabajo de sus compatriotas. En el caso de los productos de pastelería, estos les son proveídos por unos amigos venezolanos que tienen una pequeña fábrica y una cafetería también. Son los de "La Dolce Pausa Pastelería", que están ubicados en O´Higgins poniente, N° 50, en el segundo piso del Mercado de Concepción.
La joven emprendedora sostiene que la comunidad penquista los ha recibido bastante bien: "Creemos que hemos ido ganando la fidelización de nuestros clientes". Tal vez atraídos por la atención y el nombre del café, como un monje budista que viene a dar clases a Concepción y que ya es un cliente habitual.
Relata que el nombre del café fue idea de sus padres, que hace muchos años tuvieron una escuela donde se practicaba meditación, yoga, etc. De hecho, su papá es practicante e instructor de Tai-Chi en Concepción y su madre monitora y practicante de yoga.
Comunidad
En torno al café se ha ido creando además una verdadera comunidad. Los viernes, por ejemplo, son "literarios", donde se invita a algún escritor local destacado a comentar su obra o la de otros autores en torno a un café.
A esto se suma el Coffee English, un espacio donde se reúnen personas a practicar el idioma.
"Hemos ido superando nuestros desafíos y la idea es seguir creciendo", dice Izvy, la joven arquitecta, mesera y gerente general del café.
Agrega que cada uno de ellos vino con una meta clara; trabajar. "Nos hemos ido acostumbrando de a poco y si bien nos encantaría volver, porque no hay un solo día en que no recuerde a mi familia que quedó allá, pero mientras no tengamos las oportunidades que tenemos acá, no creemos que podamos regresar. Por ahora iríamos solo de visita".
Admite que fue de mucha ayuda para la familia decidirse por Chile. Era la opción más viable, puesto que su papá es chileno. "Teníamos familia que nos recibiera por lo que nos resultó más sencillo montar el negocio", pero reconoce que no todos tienen la misma fortuna. "A pesar de que cada uno siente que siempre hay compañeros venezolanos y organizaciones que están ayudando, hay algunos que se han visto mendigando".
Eso es algo que le incomoda un poco, porque a su juicio, en la condición que sea, acá se puede encontrar un empleo digno.