Cierre de Guante y Gacel: ¿fin de una era en la manufactura tradicional?
Al igual que en algún minuto lo fue la industria textil, hoy la industria zapatera ve partir a uno, sino el último de sus grandes exponentes. Ello con el anuncio del cierre de las instalaciones fabriles de las prestigiosas Guante y Gacel, marca por cierto penquista y adquirida por los dueños de la primera en junio de 2011 tras la quiebra que forzó el término de su operaciones después de 50 años de existencia, dejando a 300 personas sin empleo, y siendo un ícono de la moda en Chile y con exportaciones a Europa y México, principalmente.
Este cese de la fábrica de Guante ubicada en San Miguel que se enfocará en la importación de zapatos, implica, claro, el despido de 283 trabajadores de la empresa que operó por 90 años.
La industria del calzado en general se vio golpeada por la apertura económica de Chile hace varias décadas lo que inundó el mercado interno con productos asiáticos y, por la lenta adaptación de los industriales chilenos a este nuevo escenario.
algunas cifras
Según datos del Banco Central, las importaciones de calzado han subido ininterrumpidamente desde 2003, y en 2018 se calcularon en US$ 1.123 millones.
Y aunque la cifra es ligeramente inferior al record histórico US$ 1.170 millones de 2017, cuando se importaron 114,4 millones de zapatos, representa un alza de 351% en relación a los US$ 249 millones registrados en 2003.
Las importaciones de zapatos casi duplican a de los televisores (US$ 695 millones), electrodomésticos (US$ 639 millones) y son equivalentes al de la carne (US$1.310 millones).
El gerente de la Asociación de Exportadores de Manufacturas de Biobío (Asexma Biobío) dijo que "lamentablemente son efectos "esperados" , desde que Chile sume un agresiva política de apertura "unilateral" de su comercio, por tanto, ya en ese entonces se preveía que entre las externalidades negativas tendríamos sectores afectados, especialmente intensivos en mano de obra, todo ello por supuesto asociado a la falta productividad, lo cual finalmente redunda en su disminución en competitividad. Lo anterior de forma obvia pone en peligro la vida de empresas, y es así como hoy vemos el lamentable desenlace de empresas de tanta historia como Gacel y Guante". A modo de ejemplo, mencionó que para el quinquenio 2010 -2014, la Corporación de Bienes de Capital, proyectaba inversiones por US$68.000 millones, en donde el sector manufacturero aparecía con una participación de solo un 2% .
políticas públicas
Las políticas públicas de los distintos Gobiernos no han estado a la altura ni menos en la oportunidad, en ser proactivos y no reactivos en su diseño y ejecución. "Los gobiernos de turno terminan gestionando el desempleo, con subsidios que poco impactan en una economía que busca el desarrollo. Es por ello que se requiere "urgente " el actuar de Ministerio de Economía y sus organismos técnicos, pero además de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, que la verdad ha estado absolutamente ausente en una labor tan vital como es el generar conocimiento a la oferta productiva nacional".
Ronald Ruf, gerente general de la Cámara de la Producción y del Comercio de Biobío, también lamentó que las empresas manufactureras deban ir cerrando porque los costos de producir en Chile son mayores que en el extranjero, incluida la importación.
Sin embargo, afirma que "los tiempos han cambiado, las tecnologías avanzan, los gustos y las formas de comprar también, y empresas y personas debemos adaptarnos a ello, como ya ha ocurrido en tiempos pretéritos. En la zona, actualmente, apostamos por sacar adelante el Pacyt, por impulsar la innovación en las empresas para sumarnos a la industria 4.0, entre otras cosas. Además, apoyamos a las instituciones de educación superior, a través de sus consejos, para ir adaptando las mallas curriculares a las nuevas necesidades de las empresas".
Lo constante, agregó, es el cambio y debemos irnos adaptando a los tiempos y en algunos casos se requiere el apoyo del Estado, para impulsar la incorporación de nuevas tecnologías, o atraer inversiones en sectores de rezago a través de políticas públicas, por ejemplo.
Un análisis más crítico es el del director del Departamento de Economía de la UdeC, Claudio Parés, quien se pregunta ¿a quién hay que proteger. A la industria o a las personas? Si se trata de proteger industrias podríamos olvidarnos de los avances y comodidades y compramos de industrias extranjeras. Y usando el mismo ejemplo de los zapatos, todos tendríamos que pagar mucho más por zapatos iguales o incluso peores que zapatos importados. Entonces, la protección a la industria se transforma en perjuicio a los consumidores, reflexionó.
Plantea que deberíamos proteger a las personas, a los trabajadores y a los empresarios que normalmente logran adaptarse con facilidad y encuentran nuevas oportunidades de negocio. Ellos habitualmente logran hacer la transición, pero los trabajadores no. Mucha gente que pierde el trabajo tiene conocimientos muy específicos en la industria en la que trabajaba y le cuesta reconvertirse y sin una red de protección social, indemnizaciones que permitan soportar el periodo sin trabajo el proceso será doloroso. Pero lo mejor es que nos dediquemos a producir bienes y servicios en aquello que somos realmente buenos porque, en la medida que agregamos más valor a lo que hacemos podremos mejorar la vida de todos, incluidos los trabajadores.
Lo importante es tener un sistema que esté preparado para enfrentar el cambio y no conformarse con eso de que "por cada empresa que quiebra surgen dos nuevas"… en el proceso hay mucha gente que pierde y es el deber de una sociedad moderna no dejarlos atrás, sentenció Parés.