Con 29 grados, y bajo un potente sol y un día despejado, San Sebastián inició su recorrido por Yumbel a las 17 horas. Escoltado por un grupo de sacerdotes -entre los que estaba el arzobispo de Concepción, Fernando Chomali, y el congoleño Sebastián Kubingila, que realiza una pasantía en Yumbel-, la imagen, protegida de una cúpula de vidrio, avanzó ocho cuadras.
El dulce olor de las palomitas de maíz y de los algodones de azúcar se mezclaba con los caballos del club de huasos Los Carpinteros de Rere, que uniformados con los petos de los voluntarios -con los colores característicos de San Sebastián, el rojo y el amarillo- iban abriendo paso a la procesión.
Había altas expectativas. Por ser día domingo se proyectaba la llegada de un millón de peregrinos. "Desde que era chica que venía con mis papás, y ahora acompaño a mi mamá, que tiene 92 años, a pagar su manda. Venimos de Hualqui e incluso participamos en marzo del 20 chico. Hacemos esto para que nos vaya bien todo el año", contó Natalia. Como su mamá es de avanzada edad, llevó sillas que instaló a la sombra, para escuchar la homilía que precedió a la procesión.
El alcalde yumbelino, Juan Cabezas, confirmó la cifra: "Si no llega al millón estamos muy cercanos, dado que como es día domingo la gente tiene mayor libertad para concurrir al santuario de Yumbel".
Las ventas
Los vendedores ambulantes aprovechan esta instancia para vender lo que sea, ropa interior, ollas, juguetes, cuadernos, incluso artículos tecnológicos. El municipio, consciente de esto, cobra por instalarse en las calles aledañas al campo de oración.
José González, vecino de la comuna, mencionó que su negocio familiar es uno de los más tradicionales de la fiesta. Él comenzó hace 40 años acompañando a su madre, quien falleció el año pasado. Este año le tocó a él encabezar la venta de imágenes religiosas del patrono.
"Hay más gente que el año pasado y a todos nos ha ido bien. Se venden muchas cositas religiosas y aquí en este lado nos colocamos todos los yumbelinos. Lo que está de moda son las pulseritas con la medalla de San Benito y San Sebastián", detalló.
Cuentas menos alegres sacó Hilda Vásquez. Con paquetes de vela en una mano y con ramitos de espigas de trigo en otra, detalló que así como llegaron muchos peregrinos, también aparecieron muchos vendedores. "Anda mucha gente pero hay poca venta", expresó.
El alcalde Juan Cabezas detalló que este año fueron 750 las autorizaciones que vendieron. No obstante, estimó que en realidad había unos 1.400 comerciantes.
"El tema del comercio es algo incontrolable. Han invadido la plaza de armas, pero no podemos cerrar la plaza porque la gente necesita sombra", dijo.
En la plaza, frente a la municipalidad y al santuario, también se ofrecía de todo: tatuajes de hena, mote con huesillo y helados para el calor. También había plantas y joyas. Otros aprovecharon de vender juguetes, para que los pequeños que acompañaban a sus padres tuvieran con qué entretenerse.
Recorrido
"Viva San Sebastián", se escuchaba de tanto en tanto en la procesión. De fondo, las campanas del santuario marcaban el paso de las miles de personas que siguieron al santo por el centro de Yumbel. Los devotos vestidos con trajes hechos a medida, de rojo y amarillo, en honor al santo, teñían de colores la fila de personas.
Quienes no pudieron caminar esperaron a la procesión en las veredas, sentados en las cornisas de las ventanas de los negocios o las casas. Los que se sabían las canciones, coreaban la letra.
Después de las ocho cuadras, a eso de las 17.30 horas, San Sebastián volvió al campo de oración, para la última misa con la que se pondría término a una nueva jornada religiosa.
"Estoy impresionado de la cantidad de fieles que vinieron. Son personas que quieren perseverar en su fe, eso es lo más lindo. Es emocionante. Este es el corazón de Chile y es lo que queremos cuidar con la labor pastoral. Este es un pulmón espiritual de Chile", destacó el arzobispo de Concepción, Fernando Chomali.
El obispo, quien en su homilía pidió perdón, explicó que "El mismo Papa nos hizo ver que no estábamos centrados en Jesucristo, que estábamos encerrados en nosotros mismos y eso nos hizo perder la oportunidad de acompañar a estas personas, que a pesar de todo siguen creyendo".