"Hay que perder el miedo, atreverse y ser innovador". Así resume en retrospectiva, los más de tres años de trabajo que Paula Vallejos de la Jara suma a su haber desde que empezó a dar forma a su idea surgida de la necesidad de valerse por sí misma.
Las tendencias en las nuevas forma de alimentarse y sus conocimientos de cocina que adquirió al estudiar la carrera en el Duoc, hicieron el resto.
Ya a punto de egresar partió de vacaciones de Nueva Zelanda las que se extendieron por seis meses. A su regreso había que empezar a trabajar y lo hizo en varias partes. En ese entonces su hermana mayor, Evelyn abrió una tienda de calzados de que Paula se encargó. A la hora de almuerzo, recuerda lo más fácil y rápido era la comida chatarra así es que ella traía algo de arroz y lo acompañaba con un tomate, un huevo u otra verdura. La idea es fuera algo más natural. Llegó el 2014 y su hermana cerró la tienda y se quedó cesante.
apoyo familiar
Esta idea de emprender algo propio comenzó a tomar más fuerza en su cabeza, aunque no se atrevía a dar el salto, según cuenta. Aunque algo de los genes debe haber heredado de su papá que es un antiguo comerciante penquista. Pero en este caso, Paula, la cuarta de cinco hermanos, destaca que fue Francisco (31), tres años menor que ella, su principal impulsor.
"De a poco fui armando todo y con muy poca plata. Recorrí todo el centro en busca de un lugar para partir. El local que encontré era muy horrible, pero lo arreglé, lo pinté. Con mi hermano Francisco y mi novio trabajamos hasta que lo dejamos listo para empezar".
Lo que sí no fue de su imaginación fue el trabajo duro para levantar su negocio.
Reitera que "al principio trabajamos juntos, pero a los tres meses mi hermano se fue a trabajar al sur. Yo preparaba todo y todo era muy básico; lechugas, tomates, choclo y con alguna proteína".
Después se le fueron ocurriendo distintas mezclas de ensaladas que le han ido consolidando un éxito que se refleja en las filas de clientes cada mediodia.
Además, señala, hoy existe un mayor demanda por comida saludable y más gente se ha ido haciendo veganos o vegetarianos, que no tienen dónde comer un almuerzo rico, liviano, fresco y muy nutritivo y que cada día sorprende con nuevas preparaciones y combinaciones, texturas y aromas distintos.
Para eso también dedica un tiempo importante en la selección y compra de los de los insumos. Va a diario a la Vega Monumental a buscar legumbres, verduras y frutas que también incluyen en algunas mezclas.
Esto ha sido la garantía de éxito y si al comienzo, en agosto de 2015, cuando abrió su pequeño restorán Verde Limón en Exeter 579, en el centro penquista, atendía a unas 60 personas, hoy esa cifra se duplica con largueza, tanto que su local, relativamente pequeño se hace chico, especialmente entre las 12:30 y las 15:30 horas.
El nombre de su restorán, que ofrece sus productos para servir o llevar, así como la decoración de su local fueron también producto de su imaginación.
más empleos
Este proyecto o modelo de negocios que con éxito ha logrado consolidar le permite hoy proyectarse en el corto a mediano plazo. De hecho abrió un segundo local en la Plaza Perú con una socia y de aquí al próximo año, prevé abrir un tercer local propio.
Esta expansión seguramente le permitirá abrir nuevas plazas de trabajo que se sumarán a los cuatro empleos que generó en el último tiempo en su restorán.
Para Paula Vallejos, el tema de las tramitaciones para sacar adelante un emprendimiento de esta naturaleza, no fue un problema. Hay que cumplir con los requisitos, con las exigencias, no es engorroso ni siquiera para un negocio como el nuestro que vende alimentación. Lo que sí admite es que hay una cierta demora en los tiempos de cumplimiento y la fiscalización que finalmente conduce a la autorización para operar.