Llaman a proteger los oídos del daño de fuegos artificiales
Los espectáculos pirotécnicos son comunes en celebraciones como el Año Nuevo. Y aunque pueden ser vistos desde distintos puntos, incluso lejanos al lugar de detonación, hay a quienes les gusta apreciar el show en lugares cercanos y con vista privilegiada, mientras que otros también adquieren (de manera irresponsable) elementos como petardos para utilizarlos en su propio festejo.
Pero no se debe perder de vista que la pirotecnia puede causar ruidos intensos que podrían producir daños al sistema auditivo. "Si bien el oído tiene un sistema de protección natural contra los sonidos fuertes, éste se activa tras 10 centésimas de segundo; mientras que la pirotecnia suele tener una duración muy corta, aproximadamente una centésima de segundo", advierte la fonoaudióloga Gloria Sanguinetti, analista de audiología y calidad en Gaes Chile.
Sobre los daños, detalla que puede ser desde una pérdida temporal de la audición hasta acúfenos o tinnitus (pitido en el oído), que podrían durar horas o mantenerse, caso en el que se debe consultar con un especialista.
Otro síntoma a tener en cuenta es la otorragia, añade, que se manifiesta con sangrado en el oído debido a un desgarro en la membrana timpánica, ante el cual se debe concurrir con rapidez a un servicio de urgencias, al igual que si se presentan alteraciones del equilibrio, mareos al estar sentado o acostado, sensación de debilidad y vértigo.
Desde lo anterior, la profesional asevera que para los adultos, mientras más lejos está el soporte explosivo menor será el posible daño. En el caso de niños pequeños dice que la forma de protegerlos es que estén dentro de un espacio cerrado pues su sistema auditivo es mucho más sensible que el de los adultos.
Sanguinetti cuenta que también se puede usar algodón en oídos de niños y adultos, y recalca que quienes manipulen fuegos artificiales deben usar tapones o auriculares para proteger el canal auditivo.
La intensidad
Mientras que el oído de un adulto no debería someterse a más de 140 decibeles, el de los niños sólo 120: los fuegos artificiales pueden alcanzar más de 170.