Fue hace cinco años que Jacqueline Sepúlveda, exvicerrectora de la Universidad de Concepción y actual académica de la misma casa de estudios, inició con paso firme la tarea de abrir espacios para la innovación al interior de las aulas.
Con el acento puesto en un primer momento en las carreras de la salud, la Academia de Innovación que dirige comenzó a impartir dos asignaturas creadas para impulsar un lado distinto en los alumnos, más allá de sus conocimientos técnicos.
"Las diseñamos buscando fortalecer capacidad de cuestionamiento, de trabajo colaborativo, aumentar el capital social, la interdisciplina y la interculturalidad", explica la neurocientífica, quien este mes fue reconocida por segundo año consecutivo como una de las 100 mujeres líderes del país por el diario El Mercurio a raíz de su trabajo en innovación.
"Lo asumí con alegría y emoción, pero también hay que asumir que ya hay un rol, una responsabilidad en generar mentorías en las futuras generaciones, en las mujeres en el área de la ciencia, la investigación y la gestión universitaria", asegura.
Respecto del funcionamiento de la academia, poco a poco se incorporaron carreras de la facultades de Ciencias Sociales, Ingeniería y finalmente quedó abierta para todas las carreras de la universidad. "Se logra que se conozcan en cuarto o quinto año y armen equipos de trabajo, que trabajen en forma interdisciplinaria y que sean capaces de identificar los problemas y proponer soluciones interdisciplinarias", precisa Sepúlveda.
En el último periodo también han trabajado con servicios públicos, como Senda, Gendarmería y Senama, abriendo la academía al área estatal. La investigadora afirma que estos últimos vínculos han hecho que el trabajo de la academia evolucione.
"En un principio hablábamos de la triple hélice, es decir, el trabajo de la academia, el sector público y el sector privado. Avanzamos ahora hablamos de un modelo de la quíntuple hélice, donde se incorporan los conceptos de sustentabilidad económica, social y ambiental, y un quinto factor que es la participación ciudadana. Hemos aprendido a escuchar las necesidades de los colectivos", destaca.
CAMINO INNOVADOR
-Por muchos años se cuestionaba si se nace o se hace innovador y la verdad es que se hace. Se puede medir el perfil innovador de una persona, existen instrumentos y de hecho estamos en proceso de desarrollo de uno. Se abarcan factores como qué capacidades tiene para cuestionar el status quo, para trabajar en equipo y para explorar la creatividad. Esas características se pueden trabajar y mejorar. A través del instrumento se mide el perfil innovador global y se determina en cuál se está un poco bajo, lo que permite un trabajo más personalizado. Este instrumento se aplica al inicio de las asignaturas y al final. Se puede trabajar un perfil innovador en el tiempo.
-No lo hemos estudiado, pero creo que es personal. Me he encontrado con personas que son mayores y que son muy innovadoras, que no le tienen miedo a nada y que son altamente resilientes, que buscan y persiguen un sueño y que tienen esa capacidad de cuestionar. Además, es fundamental en innovación el capital social, estar conectados, pero más que eso es generar confianzas. Porque alguien puede tener muchos conocidos, pero si no logras generar confianza con todos esos conocidos no sirve.
-Así es, eso es lo que se llama metodología TRIP (Trust, risk, innovation, performance). Entonces hay un orden: si hay confianza contigo, nos arriesgamos juntos. Si nos arriesgamos, somos innovadores y si somos innovadores alcanzaremos una mejor performance o desempeño. En un comienzo en una asignatura nadie se conoce con nadie y si alguien propone un proyecto lo más probable es que le digan que no, pero la confianza se construye y con eso le tenemos menor temor al riesgo. Con eso nos hacemos innovadores y aumentamos nuestra performance.
EN LA SOCIEDAD
-Eso falta en Chile y es importante abordarlo. Por ejemplo, nos quejamosen el caso de la ciencia por el bajo porcentaje de recursos que tenemos, pero en un análisis más fino de la situación uno no debería esperar que todo se lo diera el gobierno de turno. Como país hemos fallado en términos que no hemos logrado cautivar o motivar al sector privado, ya que los países que son desarrollados, el 65% o dos tercios de los recursos para I+D son aportados por el sector privado, por las empresas, y en el caso de Chile es sólo un tercio. Entonces, claro que el análisis más sencillo es que faltan recursos y yo también lo lamento y me gustaría que fueran más, seguimos en el 0,38% del PIB para el área, frente a un promedio de 2,4% de la Ocde. Entonces, avancemos en paralelo en lograr que el sector privado invierta en el trabajo colaborativo. Para ello las confianzas son muy importantes, que la empresa no piense que las universidades solo hacemos publicaciones, porque ¿cuál sería la motivación para la empresa?
-Nos falta y ahí aparece un concepto que hemos estado incorporando, ya que la universidad tiene varias funciones. La evolución de las universidades ha ido desde almacenar el conocimiento a la generación y transferencia del conocimiento, pero ahora las universidades modernas, del siglo 21, tienen que ser aquellas que con capaces de dinamizar el crecimiento de la zona. Deben ser responsables, deben tener un rol, deben ser dinamizadores del desarrollo en la región que están inmersas.
-Creo que frente a esa tercera evolución a la que van las universidades, y a la cual también espero que avance nuestra universidad, aparece más bien una nueva misión. La primera es formar ciudadanos socialmente responsables, la segunda es generar y transferir conocimiento, la tercera es la vinculación con el medio y ahora aparece la cuarta misión, que es la que denominamos creación de valor compartido.
-Las sinergias se generan a través del modelo de la quíntuple hélice, para que todos contribuyamos a ser agentes dinamizadores del desarrollo de la región. Todas estas ideas han sido lo que me ha permitido avanzar en la innovación, porque estos temas deben instalarse y se deben conversar para proponer acciones específicas.