La obra de Tulio Mendoza Belio es frágil y fecunda. Frágil en el sentido de que es una experiencia profundamente humana frente a un mundo que se cae a pedazos. Fecunda, porque constituye una apuesta, una palabra, que "es ante todo celebración ética y estética, cuerpos/poemas que quieren ser sentidos/leídos y gozados", como afirma el mismo poeta.
"Oficio de sastre" (ediciones Etcétera, 2018), premio literario nacional "Stella Corvalán" 2014, de la Municipalidad de Talca, la más reciente publicación de Mendoza Belio, y que ahora se edita gracias al apoyo del concurso público del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, promete dejarnos mucho para la imaginación.
Desde una perspectiva poética coincide plenamente con el talante de su obra creativa. "Sabe de memoria su silueta, el abismo, la figura de su sueño; ha hilvanado en noches de secreto el suave cuerpo de la muchacha, con paciencia, con mariposa devoción por el encanto, contigo…".
El título del libro surge de la película "La mano" del director chino Wong Kar Wai.
En una escena principal, la señorita Hua le dice al aprendiz de sastre que recuerde lo que su mano ha obrado en su cuerpo y que sólo así podrá hacerle ropa hermosa. Se establece, entonces, el juego intertextual entre "mano", "ropa", "oficio", "sastre", "poeta" y "poemas". Aunque Unamuno (1864-1931) nos diga en su "Credo poético", que más que de sastre es de escultor la tarea del poeta.
Sin embargo, el autor de "Niebla" hace referencia al "exceso de ropaje" en el caso del sastre y "de que nunca más hermosa/ que desnuda está la idea", en lo que se refiere al escultor.
Para complementar esta idea, Tulio Mendoza ha dicho, poéticamente, que Unamuno no conoció ni a Coco Chanel, ni a Christian Dior ni a Versace, ni a Valentino, ni a Galliano, ni a Armani, ni a Carolina Herrera, entre tantos otros.
EL HACER POESÍA
Hay que develar, pues, la majestuosidad de la poesía de Mendoza para abrirnos a un quehacer metafísico-trascendental, en cuya raíz las palabras y sus significados nos presentan nuevos matices y construyen la otra orilla.
Hacer poesía es un ejercicio noble y perdurable, inefable en el sentido primordial de su contenido y su misterio, pero lleno también de momentos de apego a lo cotidiano, "lo maravilloso cotidiano" o "la prodigiosa realidad del mundo", en palabras de Octavio Paz.
Este nuevo texto nos presenta un realismo natural que, por momentos, se llena de elementos sobrenaturales. Esto, porque el poeta nos invita a traspasar barreras e ir a la raíz de lo erótico, lo sensual, lo oculto, la seducción, todo gracias a "su sensibilidad alerta y cultivada", tal como afirmó el poeta Fernando González-Urízar.
Reveladoras, precisas y elocuentes resultan las palabras del poeta, crítico y ensayista Naím Nómez en la contraportada de este libro. "… En ningún momento la poesía de Mendoza Belio deja de apelar al vértigo de la imagen simbolista ni al ritmo de la frase provista de ropajes metafóricos. Ello, aun en la amplia gama de tópicos que aborda con una mirada casi reflexiva y un estilo inteligente y de gran oficio".
Sigue: "en su extenso bagaje cultural aparecen pintores, músicos, poetas, representaciones históricas, paráfrasis, intercalaciones de su propia poesía e imitaciones de otros poetas, entre otras cosas. Especialmente, relevante es toda la fraseología que se interna en el diseño de un discurso erótico, que muestra la atracción del cuerpo ajeno y la conciencia humana del deseo".
PREGUNTAS INSINUANTES
Tulio Mendoza nos habla de "ese pensamiento como un milagro" y lo reconocemos en su obra desde una profundidad filosófica y desde una visión de mundo que implica un profundo conocimiento de la lengua poética.
¿Para qué poetas? ¿Para qué aventurarnos a develar lo desconocido si nos basta con lo conocido? Estas preguntas traspasan enérgicamente su obra creativa.
Son una insinuación a la reflexión más intensa y apasionada. Leer poesía es mirar por la ventana de la imaginación, acercarnos a la magia de los sueños, caminar por senderos que no imaginamos, pero que son posibles gracias a la magia de la poesía.
Debemos saber que todo puede ser posible en la medida en la que puede ser pensado, imaginado e intuido.
La trayectoria de Mendoza, intensamente productiva, jalonada de múltiples reconocimientos y siempre irradiando su saber en los talleres literarios y en los cursos que imparte, presupone una reunión con los saberes del ayer.
Basta con que hagamos un recorrido por su obra creativa para encontrarnos con la maravilla del pensamiento y los matices de sus poemas que pueden transportarnos a nuestra propia existencia cotidiana.
Esa es la mayor virtud de sus palabras, es una enunciación que transforma, que nos permite dilucidar quiénes somos e interpretar nuestros propios momentos.
PALABRA E IMAGINACIÓN
El lector tendrá que aceptar el desafío propuesto por el autor, la invitación a traspasar la veta de lo intersubjetivo que afirma, una y otra vez, que "entre tú y yo hay un espacio".
Ese espacio, profundo y lleno de vida, nos permite edificar el pensamiento poético, un espacio vital que fue el que muchos poetas han utilizado en el transcurso de los años. "Entre tú y yo hay un espacio/que lo llena el silencio/entre el silencio y la música/una mano inventa otro espacio/una habitación para el encuentro".
Que el encuentro con la poesía de esta autor nos permita dilucidar quiénes somos para aproximarnos a un diálogo profundo y significativo, en el que las palabras evoquen realidades diversas, donde no exista un límite autoimpuesto por nuestra propia condición de seres humanos, por nuestra individualidad y por negarnos a abrirnos a lo verdaderamente importante: el arte
Las palabras y la imaginación que poco a poco nos salva. "Y cada noche me ofrece ese pensamiento como un milagro,/ como una copa donde beben los amantes, como una hoja,/ como un susurro que se hace tormenta mientras cantas".