Un auditorio repleto de personas de distintas edades y ámbitos, escuchando de manera atenta y expectante a cada idea, participando de forma activa y, probablemente, la gran mayoría llevando consigo algún mensaje inspirador fue la tónica en la que el Premio Nacional de Ciencias Naturales 1994, el biólogo Humberto Maturana, y la epistemóloga Ximena Dávila, desarrollaron la conferencia "Conversaciones sobre Educación" en su más reciente visita a Concepción, durante esta semana.
Invitados por el Instituto Profesional Virginio Gómez, los fundadores de la escuela de pensamiento "Matríztica", desde su forma de hacer la labor que desarrollan desde hace varios años, buscaron generar un diálogo con los asistentes sobre un aspecto tan relevante del desarrollo humano como el proceso educativo, porque lo que este reconocido dúo propicia no es imponer una postura, decir qué está bien o mal ni hablar sobre una teoría para que quede en el aire. Coinciden en que lo que anhelan es decir algo que tenga sentido, que impacte, que toque para que las personas lo apliquen en su vivir.
"La idea es que la persona lo que se lleve sean reflexiones, que le gatille curiosidad y se pregunte cómo estoy haciendo lo que estoy haciendo", afirma Dávila, mientras que Maturana agrega que lo que espera, a través de sus distintas actividades como el conversatorio en Concepción, es invitar a que "las personas se hagan cargo de que uno escoge lo que vive, elige reflexionar o se deja llevar por la corriente. Pero debo ser autónomo y reflexionar para escoger sabiendo lo que estoy decidiendo".
Lo anterior es la base desde la que se sustentan tanto en el trabajo que realizan con personas y organizaciones en "Matríztica", como en cada una de sus participaciones en los más diversos eventos a los que son invitados para abordar temas de interés general y contingencia, porque al despertar la curiosidad y motivar la reflexión aportan a que los individuos logren una transformación en la manera en que se relaciona con su vivir y con el entorno, explican.
TRANSFORMACIÓN
Y esto es esencial al pensar en la educación, mucho más allá del sistema educativo, sino como un proceso continuo y que ocurre toda la vida y en todos los sitios, porque Maturana afirma que "la educación es la transformación de la convivencia" y por tanto "según vivamos los mayores van a vivir los menores".
En este sentido, el biólogo afirma que "esto tiene que ver con cómo vivimos como maestros, padres, ciudadanos, porque los niños van a crecer y transformarse en su vivir con nosotros, los adultos, pareciéndose o diferenciándose según la emoción que le cause nuestra conducta".
No tiene interés en decir cómo está funcionando aquello hoy, pero sí plantea que "si tenemos dificultades, quiere decir que algo no está funcionando bien", lo que le lleva a plantear que para transitar por el camino correcto, tomando de manera realmente seria la educación, primero es esencial preguntarse "¿qué mundo queremos vivir juntos?, ¿queremos convivir?", lo que desde su perspectiva tiene respuestas con matices: "creo que hoy se quiere convivir, pero no existe consciencia de lo que es convivir en el mutuo respeto, porque estamos centrados en una cultura de competencia, muchas veces de fraudes, y así estamos haciendo un vivir que resulta no deseable, y muchas de las protestas que se están produciendo tienen que ver con esto", y esto, no tiene dudas, interfiere enormemente en el proceso de educación.
ADULTOS PARA RESPETAR
Otro aspecto de suma relevancia en la educación como transformación de la convivencia y para pensar en la realidad actual, según Maturana, es que tener claro que "tanto niños como jóvenes lo que quieren y necesitan son adultos a quienes respetar. Pero, ¿somos adultos respetables?, ¿estamos viviendo de una manera respetable?", apunta.
Para complementar esto, Ximena Dávila explica que un adulto respetable para un niño es aquel que es coherente, que le ha pedido disculpas cuando se ha equivocado, que si ha hecho un compromiso lo haya cumplido. En palabras simples, precisa "son adultos en los cuales confiar", lo que no se acota a los padres o docentes, porque afirma que "los niños se transforman en la convivencia con todos los adultos que son parte de su mundo, hasta con los que están en los medios de comunicación y que no conocen físicamente".
Lo lamentable, en su opinión, es que "hoy hay una crisis, no abundan los adultos a quienes los niños puedan respetar, porque vivimos en un mundo bastante agitado, donde la presencia del adulto en la casa es cada vez menor, porque el papá y la mamá salen a trabajar. Muchos niños quedan solos, y se educan con televisión o juegos, o al cuidado de alguien que los va a querer, pero no es lo mismo".
Con su afirmación no busca decir que está todo perdido, pero sí llamar la atención, apuntando que "los espacios de relación que se puedan tener hay que atesorarlos", lo que significa que en los momentos de estar juntos, así sea un almuerzo familiar el fin de semana, hay que reunirse, conversar sin celulares ni distracciones, estando enteros y propiciando que estén todos en la misma sintonía. "Hay que hablar y preguntar sobre cómo estuvo la semana, pero sobre todo explicar a los niños el mundo que están viviendo, que si el papá o la mamá no están en casa no es porque no quieran, sino porque deben trabajar para sustentar el hogar. Cuando explicas, los niños entienden el mundo, pero eso es algo que no solemos hacer y sólo funcionamos, y entonces es imposible que así los hijos comprendan".
En este sentido, la experta dice que cuando hay carencia de un adulto a quien el niño pueda respetar, en el que pueda confiar, cuando no existe la persona que pueda explicar el mundo y su realidad, no hay un camino único, "esto puede traducirse en problemas de desarmonías psíquicas y relacionales, en lo que no queremos, o lo contrario, no querer repetir lo que hacen los adultos, pero sea una deriva de destrucción o autoconstrucción, no es una amorosa y sin dolor", concluye, como una invitación a detenerse, cuestionarse cómo se están hoy haciendo las cosas, hacer "click" y lograr la transformación que junto a Maturana, como dúo, tanto anhelan inspirar.