Después de una intensa disputa política entre oficialismo y oposición, el Senado aprobó la semana recién pasada el proyecto Convivencia Escolar (ex Aula Segura), que otorga nuevas facultades para directores de colegios y liceos en casos de violencia extrema al interior de los establecimientos educativos.
Para Isidora Mena, directora ejecutiva de Valoras UC, centro dependiente de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica dedicado a la convivencia escolar, esta iniciativa, que apunta principalmente a la expulsión de alumnos involucrados en estos hechos, "no es una solución". En entrevista con este medio, la psicóloga y doctora en ciencias de la educación, quien fue una de las expertas invitadas a la Comisión de Educación de la Cámara para opinar sobre el proyecto (previo a la discusión de esta semana en el Senado, asegura que las expulsiones "no resuelven el problema" y a lo que hay que apuntar es a construir convivencia.
-Falta que le den más vueltas, ojalá siga mejorando. El proyecto es muy pequeño. No resuelve nada, pero si lo hiciera apuntaría a algo muy pequeño. Lo que me preocupa es que es un proyecto que da una señal cultural que va en la línea opuesta de lo que nosotros, al menos en Valoras e investigadores en estos temas de convivencia y violencia, estimamos que se requiere en el siglo XXI.
-El siglo XXI es bien complejo. Hay dificultades en entender cómo conducirse para lograr mantener unos valores que, probablemente, todos sí queremos. Pero, ¿cómo se hace eso con este tipo de jóvenes, con esta cantidad de información dando vuelta y con la incertidumbre que existe? Requerimos una presencia o una interacción de los adultos con los jóvenes mucho más dialogante y mucho menos expulsiva y mucho menos autoritaria. La expulsión es un hecho violento y no es efectivo. Versus todo el enfoque de disciplina formativa, que es muy interesante y no se aplica en Chile, volver a dar una señal hacia la disciplina punitiva, que sí se aplica y es del siglo pasado, no va en la línea correcta. Aunque sea un proyecto pequeñito, da una señal que es mala. Ese es el problema del proyecto.
-Lo que me parece que es un avance es recuperar los tiempos para el debido proceso sancionatorio. Me parece también que tenemos que mantenernos en "faltas gravísimas", no aumentar ese concepto. A pesar de esto, francamente, me parece que no debería haber una ley sobre esto. Este proyecto no es una solución.
-Claramente son casos aislados y específicos. De hecho se cuentan ocho liceos donde pasan este tipo de cosas. Y si tú vas a ver esos liceos , hay dos tipos de fenómenos mezclados, en algunos casos más graves y en otros menos. Uno es el fenómeno del descontento. Esto tiene que ver, en parte, con cómo se forman esos liceos, cómo están dirigidos esos liceos, cómo es la infraestructura de esos liceos. Y la otra parte es una necesidad de los jóvenes y también de los profesores, de expresar este descontento. A veces son descontentos que no son de la escuela, sino que son sociales. Y para esa necesidad de expresión se usa uno, dos o tres individuos que son extremadamente violentos y que son justamente personas que tienen historias muy violentas y muy expulsivas desde su infancia. Ahora, la solución, tal como dije el otro día en la Comisión de Educación de la Cámara, es hacer una intervención muy poderosa en esos liceos específicos. Y que no tienen nada que ver con las expulsiones, sino que con mejorar desde la infraestructura hasta las direcciones, en algunos casos, y buscar otros espacios creativos de expresión del descontento. Yo haría una ley para que hubiese espacios en la televisión para poder dar algo en las noticias que expresen los jóvenes. Lo que ellos buscan es tener presencia en los medios; entonces, que tengan una presencia conducida y legal. Este no es un fenómeno masivo, pero la inequidad que hay en Chile, los problemas de pobreza, generan ambientes que son bastante violentos y una convivencia precaria.
-El foco debería estar en que no hay suficiente convivencia. Convivencia en Latinoamérica se ha ido acuñando como la palabra que habla de la convivencia pacífica, democrática, participativa, que resuelve pacíficamente los conflictos, inclusiva, etcétera, restándonos de los otros tipos de interacción. La convivencia no es vivir al lado de, es vivir con, y eso falta en Chile. Creo que son necesarias políticas públicas fuertes hacia la convivencia, pero esto no aporta. En el tema de la violencia, esta ley no tiene nada que ver con ninguna de sus formas. La violencia es un síntoma grave de que no hay convivencia. No me cabe duda de que hay que hacer algo, pero no es este tipo de medidas, y la fuerza que la ciudadanía cree que tiene esta medida, la que va a resolver el problema. Para mí es terminante lo que está avalado por la investigación internacional. Personalmente yo trabajo mucho en terreno y vemos muy bien cuál es el problema: hay que atacar la violencia construyendo convivencia y para eso se sabe qué apretar y no es esto, para nada.
-Creo que lo primero son los directivos y los sostenedores que los contratan. Cuando hay malas interacciones hay un equipo directivo que no se la está pudiendo, los profesores están descontentos y no pueden trabajar y los estudiantes no pueden aprender ni ser felices. Si le preguntas a los profesores de las escuelas que funcionan mal qué se debería cambiar, lo primero que te dicen es la forma de dirigir. Muchas veces son las personas que no saben, porque no se enseña, pero también muchas veces son los sostenedores que no dejan que operen.
-Sin duda que es un daño muy grande, porque en los colegios que tienen esas prácticas coincide con que hay un ambiente de temor y autoritario, que no se la juegan en lo profundo, ni ellos ni los sostenedores, por lograr convivencia. Basada en la investigación que hay, cuando hay colegios a los que les está costando demasiado lograr una buena convivencia, pondría el ojo en los equipos directivos y los sostenedores, no los niños. Cuando no funciona un colegio es porque no funciona el equipo directivo y a veces al que hay que expulsar es al director y también al sostenedor.