"Me estaba bañando y sentí una explosión. Salí del baño y empecé a mirar en mi pieza, pero no había nada; después seguí avanzando, llegué al living y hasta la tierra de las plantas estaba en el suelo. Miré en las piezas y las ventanas estaban todas reventadas, los vidrios en el suelo, las puertas de los muebles se abrieron y cayó todo", contó Viviana López, vecina del edificio Gales, ubicado frente al Sanatorio Alemán.
El relato de la mujer da cuenta de la magnitud de la onda expansiva de la explosión que afectó ayer el Sanatorio Alemán y que dejó como saldo a tres fallecidos y 46 heridos al interior del centro asistencial.
La zona afectada se extendió por al menos una cuadra a la redonda y afectó principalmente a viviendas en altura que perdieron la mayoría de sus vidrios, aunque la explosión se sintió en un radio mucho mayor, incluso con reportes de San Pedro de la Paz, donde familias señalaron haber sentido un estruendo que golpeó sus puertas, pero no hubo afectación.
Según lo recabado ayer por El Sur, en principio no se registraron personas lesionadas producto de los vidrios que explotaron en las casas o departamentos.
La emergencia obligó, eso sí, a interrumpir el tránsito en avenida Pedro de Valdivia hasta pasadas las 14 horas, mientras se realizaba la evacuación de los pacientes que estaban hospitalizados en el recinto, lo que fue coordinado en todo momento por voluntarios de Bomberos y Carabineros que se situaron en el lugar.
"OTRO TERREMOTO"
Pedro Jaque, despertó cuando sintió el estruendo y de inmediato rememoró los primeros minutos de la noche del 27/F: "El sonido nos trajo recuerdos, pero uno se está acostumbrando a los sismos, así que salimos a mirar y nos encontramos con lo que estaba pasando en el Sanatorio".
En la misma línea, una vecina del edificio Gales relató que "yo pensé que era un terremoto, porque como que se levantó la tina y después pasó. Pensé que alguien había chocado, no sé, no podía entender lo que pasaba, también pensé que podría haber sido la caldera del edificio".
A 230 metros del Sanatorio, por la calle Bahamondes, vive Eduardo Aedo. Su casa está protegida por el cerro, por lo que no tuvo la misma afectación de las otras viviendas donde hubo vidrios rotos, aunque sí sintió la explosión y también se asustó.
Según relató, estaba en su computador, en el segundo piso de su casa, cuando cerca de las 10.30 de la mañana se desató todo: "Sentí un golpe muy violento que estremeció la casa, fue como un bombazo seco y pensé: 'aquí comenzó el terremoto nuevamente', así que me preparé para colocarme en un lugar seguro que tenemos definido con mi señora, pero no siguió el movimiento".
En su casa habían estado haciendo reparaciones en el techo tres días antes, por lo que pensó que los trabajos habían quedado defectuosos y que la estructura se había caído. Mientras revisaba que estuviera todo bien en su casa, revisó el grupo de WhatsApp que tiene con sus vecinos y ahí se informó de la explosión que había ocurrido detrás de su casa.
El hombre reflexionó acerca de los riesgos que reviste un edificio tan grande cerca de las casas y dijo que "creo que van tener serias medidas de seguridad, sobre todo porque el Sanatorio ha crecido explosivamente en el último tiempo. Es bueno para la salud, pero tienen que tomar las precauciones del caso porque estamos muy cerca".
CONFUSO
Rodrigo Ruiz estaba junto a su familia en el balcón de su departamento en el tercer piso del edificio El Canelo mirando cómo evacuaban a la gente del Sanatorio Alemán, minutos antes de la explosión. El aviso de una fuga de gas había encendido las alarmas adentro del recinto asistencial, por lo que funcionarios y pacientes estaban siendo trasladados a un lugar seguro afuera del edificio.
"Pensamos que era un simulacro de estos que hacen las empresas grandes, así que no le dimos importancia y nos volvimos a entrar", contó.
Después de eso, se sintió la explosión que reventó todos los vidrios de los 14 balcones del edificio donde vive Ruiz. "La gente se volvió loca, se llenó de humo, se desordenó todo y se nos rompieron las ventanas. Tuvimos que esperar a que llegara la ayuda para entender qué estaba pasando".
Pasadas las 13.30 horas de ayer, en el edificio Villa Real, donde vive Eugenio Recasens todavía sonaba la alarma de un auto que resentía la onda expansiva de la explosión, la que incluso rompió vidrios en el subterráneo del edificio.
El hombre relató que después de la explosión sintió los gritos de las personas, el ladrido de los perros y la alarma de los autos de todo el sector, lo que no ayudaba a entender lo que estaba pasando.
Eso sí, destacó que "afortunadamente tuvimos sólo daños materiales, pero de que fue horrible, fue horrible. Así que hemos estado trabajando calmando a la gente, recorriendo departamento por departamento para descartar que hayan ocurrido daños personales y eso es lo principal".