La transmisión de los Premios Ceres no fue nominada
Cuando la puesta en escena está destinada al registro, cinematográfico o televisivo, como en este caso, el énfasis debe estar en tener claro si se trata de un programa para transmitirlo o para realizarlo en el escenario dispuesto.
En ese sentido, ya es tiempo de que la producción de los Premios Ceres y quienes están a cargo de su puesta en pantalla y dirección -Canal 9 Biobío Televisión- asuman de una vez por todas que si lo quieren transmitir (en vivo) hay que cuidar detalles de forma y fondo, con el objetivo de evitar que les pasen goles de media cancha.
Convengamos que el receptor/televidente actual, acostumbrado a lo que podemos llamar "la estética de la multipantalla", asume las falencias sin pedir explicaciones. O sea, es capaz de percibir problemas de continuidad, sonido y fueras de foco. Eso en lo básico, sin que le digan lo que significa una ecualización de sonido pertinente, niveles sonoros o, incluso, temperaturas de color balanceadas.
Lo anterior fueron aspectos recurrentes en la última transmisión de los Premios Ceres, la noche del martes, llegando incluso a fallos de transmisión algo más graves -la pantalla se fue "a negro" 4 veces, es decir, no se vio nada-, lo que no debiera ocurrir cuando se asumen desafíos de esta naturaleza. Y ello, simplemente, porque a diario nos ponemos frente a una serie de pantallas -desde canales online a servicios streaming o de cable- que colman de mensajes bien propuestos.
De ahí que si el próximo año deciden llevarlo a la televisión, la dirección a cargo debe conocer, concebir y ensayar lo que veremos (como televidentes) con un mayor rango de tiempo, para descubrir a cabalidad el plató con el que cuentan. Ahora, si la ceremonia vuelve al Teatro Biobío, habrá que ir a la locación y darse el tiempo de recorrerla, conocerla, incluso, respirarla. Así se determinarán mejores tiros de cámara y permitir planos más adecuados en su lectura, como una continuidad adecuada para una transmisión en vivo, en el ahora y no más rato.
Un set atractivo como la Sala Principal del Teatro permite mucho más que un plano general (casi gran plano general) injustificado en su reiteración, con desplazamientos laterales y repetición de planos conjuntos (animadores y reconocidos) sin mucho más sentido que lo funcional frente al apuro y poco tiempo de ensayo.
Lo que vimos en televisión abierta, cable u online no estuvo a la altura de la ceremonia que, en lo general, se planteó como tal. Sin embargo, la puesta al aire no tuvo conciencia narrativa, o le faltó, basada en decisiones audiovisuales que no fueron equilibradas en relación a ponerse al servicio de los protagonistas de la noche en 100 minutos.