La búsqueda de nuevas técnicas y tecnologías de producción industrial han sido históricamente, en nuestro país, tareas que han quedado relegadas al ámbito académico y privado. La falta de incentivos a los proyectos de investigación y desarrollo, también conocidos como I+D, han posicionado a Chile como la nación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que menos gasta de su Producto Interno Bruto (PIB) en innovación.
Los números no mienten. De acuerdo a la VI Encuesta Nacional sobre Gasto y Personal en I+D, publicada el año pasado por el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, la inversión nacional en esta materia está prácticamente estancada hace varios años, y actualmente, el porcentaje del PIB destinado a esto corresponde a sólo un 0,39%. Ello ubica a Chile casi un 2% por debajo del promedio OCDE.
Es un alarmante escenario y el problema va mucho más allá. Ejemplo de ello es que a nivel nacional, por cada 1.000 trabajadores, solamente 1 se dedica a investigación y desarrollo, lo que contrasta con los 17,38 que presentan otros países pertenecientes al mismo organismo, como Israel.
Por lo mismo, y ante la urgencia de generar cambios en la escala local, la Vicerrectoría de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio (Vrim) de la Universidad de Concepción (UdeC), junto a Biobío Inteligente, llevaron a cabo ayer el seminario "Avances y desafíos de la innovación regional", actividad que se centró en el debate de los actuales modelos y políticas de intervención estatal en torno a las industrias e instituciones creativas.
En la oportunidad, Pablo Catalán, quien es docente del Departamento de Ingeniería Industrial (DII) y uno de los expositores del encuentro, relató que si bien la Región posee el talento necesario para el asentamiento de un ecosistema de innovación, el que puede ser definido como un conjunto de redes interestamentales destinadas al mejoramiento de los procesos productivos, aún existen varios desafíos que resolver antes. El académico explicó que "aún quedan muchas brechas en función del financiamiento y las capacidades tecnológicas, además de la internacionalización. Aún no nos creemos el cuento en función de lo que es la escalabilidad de nuestros desarrollos, y nos cuenta asumir una posición más amigable hacia lo que es el idioma, la diversidad étnica y la diferencia".
ejemplos extranjeros
La idea de generar cambios en las políticas públicas que fomentan el I+D no es un anhelo aislado. Muy por el contrario, los distintos modelos aplicados en Israel, Irlanda y la isla de Taiwán demuestran que la generación de este tipo de legislaciones permitieron que estos países cambiaran en un periodo de 60 o 70 años su matriz productiva, basados en la generación de nuevas áreas de emprendimiento.
Lo anterior, de acuerdo Catalán, representa una oportunidad para una nación como Chile, en el que la participación del Estado es alta, y la mayoría de las empresas están dedicadas sólo a una actividad específica. Sin embargo, el investigador fue enfático al explicar que las medidas aplicadas en cada uno de esos casos no debiesen ser imitadas en nuestro contexto, al contrario, lo correcto sería elaborar unas de un orden distinto, que se ajusten las características locales e institucionalidad vigente.
El docente agregó que igualmente se necesita generar un cambio cultural en el país, ya que a su parecer, Chile aún no está abierto a la diversidad, lo que aleja nuevas posibilidades e ideas. Al respecto, el académico manifestó que "de acuerdo a la literatura existente, la Región del Biobío aparece como una de las con menor rendimiento respecto a la tolerancia. Si construimos ecosistemas cerrados, basados en el miedo, difícilmente vamos a atraer nuevos talentos, lo que estancará nuestro desarrollo tecnológico".
Errores históricos
Las visiones expuestas por Catalán se condicen con lo planteado por el director estratégico de la Facultad de Ingeniería de la UdeC, Inti Núñez, quien fue el segundo expositor del seminario.
El profesional, que anteriormente formó parte del comité regional de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), comentó que la innovación no se trata de inyectar un capital, trabajarlo y obtener un resultado específico, sino que de una estrategia de inversión a largo plazo, que a pesar de que puede no ser rentable durante sus primeros años, sí tiene la capacidad de generar iniciativas que en el futuro pueden ser interesantes para el mercado.
"Alguna gente dice que las patentes que rentan son pocas. En parte, es cierto, pero si uno ve las patentes del sistema educacional americano, nos encontraremos que a alguien del Massachusetts Institute of Technology (MIT) se le ocurrió en los años 70 patentar, por ejemplo, la idea de hacer música con un computador, lo que en esa época no tenía un uso práctico. Hoy es una de las inscripciones que más genera dinero", comentó el especialista.
Asimismo, en nuestro país ha predominado históricamente la idea de que el diseño de políticas de este tipo guarda relación con la inyección de grandes caudales de dinero a ciertos proyectos específicos, lo que para Núñez representa una conceptualización errada. Lo anterior, debido a que este tipo de lógicas causan a través del tiempo la concentración de los recursos.
Por otro lado, Núñez añadió que de acuerdo a sus estudios, las economías plurales son más justas, entregan una mejor educación y reducen la pobreza. Al respecto, el académico UdeC aclaró que "generar esta igualdad social en base a los impuestos produce un círculo vicioso, porque los sectores con los años se agotan. Las economías han logrado estas reivindicaciones, crearon sus emprendimientos en base a conocimientos. Esto lo aplican desde los países más comunistas, como China, hasta los más capitalistas".
Según lo expuesto, tanto Catalán como Núñez coincidieron en que las nociones de innovación deben partir en el sistema educativo. Ello permitiría despertar el interés en los más jóvenes y asegurar nuevas ideas para el futuro.