El documental sobre el robo artístico más grande de Chile
La mañana del viernes 17 de junio de 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes notaron que algo faltaba, algo muy valioso: la escultura "El Torso de Adéle" del francés Auguste Rodin, había sido robada.
Las cámaras de seguridad del recinto no habían captado nada y del paradero de la pieza de bronce avaluada en ese entonces en casi medio millón de dólares, no se sabía nada.
Apenas 24 horas después un estudiante de arte de 20 años, Luis Onfray, apareció con la escultura, argumentando que la había robado como parte de un proyecto artístico para probar que "una obra de arte estaba más presente no estando" y lo vulnerable que son los museos en Chile.
Temática que 12 años más tarde también exploró el cineasta Cristóbal Valenzuela, quien dirigió el documental "Robar a Rodin", su primer largometraje que para él funciona como "un relato detectivesco que nos permite ironizar sobre el estado del arte contemporáneo y las contradicciones del quehacer artístico".
La cinta, que se exhibió en el último Festival Sanfic y que fue premiado como Mejor Documental Latinoamericano en FICViña, llegará a las salas nacionales este jueves 2 de noviembre, como parte del programa Miradoc.
Valenzuela cuenta que ya conocía al autor del robo antes de que lo cometiera. "Yo estudiaba cine en ARCIS y él estudiaba arte en la misma universidad", recuerda el realizador. "Por primera vez estábamos frente a un estudiante que justificaba su acción delictual con argumentos estéticos", agrega.
"Robar a Rodin" es una historia policial y reflexiva abordada con humor, aspecto que molestó especialmente al Museo Rodin, en París, cuenta la productora María Paz González. "El Museo Rodin interpretó que nuestra película era una 'apología al robo', que quedaba la idea de que era divertido andar por ahí robándose obras de Rodin. Si bien hay una ironía con respecto al absurdo del hecho nunca fue la intención plantearle eso al espectador", dice.