El músico que se puso como objetivo aportar al desarrollo de jóvenes lotinos
La versatilidad y la disciplina son factores primordiales a la hora de dirigir una orquesta, y mucho más si esta labor se ejecuta con niños y adolescentes. Eso es lo que afirma Ignacio Palma (29), el joven director de la Orquesta Sinfónica Estudiantil de Lota.
El grupo es parte de la iniciativa "Expresión Biobío", organizado por el Crca, el que apunta hacia la vinculación del arte con la educación.
Desde que inició su trabajo en la batuta en 2016, cuenta, su objetivo siempre fue el instaurar un semillero, el cual tiene como fin reclutar nuevos talentos y así mantener el necesario recambio generacional.
"Asumí la dirección de una orquesta que no tenía semillero, siendo que éste debiera ser el corazón de un proyecto orquestal, pues sin uno difícilmente vamos a tener generaciones venideras", explica Palma, al frente de una de las 8 agrupaciones que se presentaron en el II Encuentro Provincial de Orquestas Juveniles, el domingo, en el Liceo Enrique Molina.
El músico, quien tiene como especialidad el violín, inició su vocación desde muy joven. Cuenta que desde niño su papá lo llevaba a las recordadas "Jornadas musicales de invierno" que hacían en el mall del Trébol. Fue ahí cuando empezó a encantarse con el clásico instrumento de cuerda.
Entusiasmado adquirió su primer violín y comenzó estudios, primero con clases particulares y luego como parte de una orquesta. A los 8 años viajaba desde Coronel a Concepción cuatro veces a la semana para estar en la que fue su primera casa musical, la Orquesta del Centro Artístico.
"Independiente de todo el esfuerzo que tuve que hacer para dedicarme a lo que me gustaba, esas mismas pruebas de fuego me iban dando certeza de que era el camino correcto y que si valía la pena", menciona.
MÚSICA Y EDUCACIÓN
Su apego por la música se fue dando en el paso del tiempo, cuando ya quiso perfeccionar su destreza y pulirla como un componente profesional, lo que lo llevó a estudiar Pedagogía en Música (Ucsc, 2009-2012). Ese ingrediente permite su entrada a la enseñanza, primero profesor de violín y ahora director de orquesta.
Tener su trabajo no es fácil. Admite que su rol no sólo aporta en los componentes artísticos y logísticos, también se debe sumar el elemento educativo, el que posibilita la buena ejecución de las distintas disciplinas orquestales.
- Me he dado cuenta que la gente piensa que ser joven muchas veces es sinónimo de ser poco serio o poco riguroso con el trabajo. Eso, pienso, pertenece a un pensamiento retrógrado de generaciones anteriores. Finalmente, me puse como meta que mi trabajo hable por sí solo y que de esa manera me den la oportunidad. Aunque muchas veces me he sentido juzgado por mi edad, ya que la equiparan con mi desempeño.
En la agrupación lotina suma cerca de 5 años, primero como profesor de violín. "Poco a poco fui ganando terreno yendo a reuniones o exponiendo propuestas. En una comuna que tiene muy poca cultura orquestal, quería hacer entender de todo lo que se estaban privando por no darme la oportunidad de dar mi experiencia y poder plasmarla entre los niños que yo quería formar", sostiene Palma.
- Sí, claro. Hay cambios notorios y casi inmediatos con respecto a comportamientos, disciplinas y metodologías de aprendizaje que, incluso, se sobreponen a otras áreas de su vida. Los cambios y los beneficios en los niños se ven reflejados gracias a la música. Muchas veces los músicos carecen de pedagogía, pero es el amor que profesan por el instrumento lo que los acerca a los niños. La gente piensa que dirigir una orquesta es sólo mover las manos, eso quizás quede para los directores profesionales. En el caso de nosotros, que dirigimos a grupos de niños y jóvenes, debemos encarnar mucho más que eso, debemos ser formadores lidiando, a veces, con aspectos emocionales de ellos.
- Eso no sólo lo siento, lo he visto y lo he vivido. A pesar de que nos hacemos llamar la ciudad de la música, son súper reducidos los lugares donde los músicos pueden dedicarse de manera profesional a lo que más les gusta. Creo que nuestra Región tiene una deuda con los jóvenes, porque, aunque se hagan estos encuentros que le hacen súper bien al oficio, se está perdiendo la mirada que debemos tener a largo plazo.