Arte, creatividad y trabajo
El ser humano es creativo por naturaleza. Desde ahí, han surgido infinitas formas de expresar esta creatividad, como la danza, el movimiento, la música, el arte y muchas otras mucho más cotidianas. Estas formas de expresión nos han acompañado durante toda la historia, vinculadas muchas veces a los rituales, a la sanación o a la representación y la necesidad de dejar huella. El arte trasciende y siempre comunica algo distinto.
Actualmente, pareciera que cada vez hay menos espacios para desarrollar o conectarnos con nuestra creatividad de manera cotidiana, sobre todo si pensamos en los espacios laborales, con múltiples elementos que condicionan un cierre hacia la expresión artística: las horas de trabajo, la rutina, múltiples tareas y el poco tiempo para concretarlas. A esto se suma la falta de espacios que potencien la creatividad, el autocuidado, la escucha mutua y la comunicación.
Esto genera que el ser humano pierda su chispa y la luz de la creatividad se vaya apagando poco a poco. La propuesta es que no es necesario hacer grandes cambios, sino que con pequeñas iniciativas podemos generar diferencias, sobre todo si se trata de las relaciones y la comunicación, pues una de las características del arte es que tiene la capacidad de entregarnos otro lenguaje.
Lo primero que debemos hacer es quitarnos algunos prejuicios e ideas de encima. Pareciera que el arte está limitado para los niños, como una actividad de juego o muchas veces sin sentido. De hecho, a algunos se les dice que ya no pinten, pues están suficientemente grandes y deben hacer "cosas más importantes". Por otro lado, el arte es considerado como algo inalcanzable, o un espectáculo, que como ciudadanos comunes no tenemos la habilidad para realizar.
Pero, desde el arteterapia todos podemos hacer arte. Es una actividad accesible para todos, donde no se necesitan grandes estructuras ni materiales. La valoración estética es dejada de lado para así potenciar los propios significados y la expresión genuina. Nos permitimos cometer errores, probar soluciones, ocupar otros recursos, intentar, dejar ir, botar, y con ello, perder el miedo al error. Es un ensayo y se puede abordar desde todas las áreas: la plástica, la música o la danza.
Cuando se experimenta el arteterapia, la persona nota que se puede equivocar y que ese error se puede arreglar, aprendiendo así diferentes maneras de resolución de conflictos y problemas. Es decir, experimentamos a enfrentar con creatividad la vida. Otros de sus beneficios es que ayuda a la comunicación asertiva, a la relajación y al descubrimiento de nuevos potenciales.
Todo esto se puede desarrollar de manera simple en un espacio de trabajo. Para algunos puede ser significativo usar frases inspiradoras escritas por algunos autores, como una especie de collage. Tener lápices de colores y papel a mano también es un recurso, lo mismo que pintar mandalas o bordar como método de contención. Asimismo, el movimiento también puede ser una manera efectiva de fomentar la creatividad. Desde la caminata hacia el trabajo hasta disponer de manera diferente el escritorio.
Lo importante es que el énfasis esté en el proceso, en la conciencia y en tomarnos un momento para nosotros. Cada expresión o acto debe contener un pedacito de nuestra alma y tener un sentido. En el arte terapia no hay técnica correcta, ni persona peor ni mejor. El foco no está en el juicio estético, sino en que la obra tenga sentido y comunique algo para uno mismo.
Tener estos espacios de creatividad desde el arte, tanto en los espacios laborales como en los personales ayudan a ser creativo y a no repetir patrones, generando y descubriendo nuevas posibilidades. Hoy los invito a volver a mirarse desde nuestro lado espontáneo, creativo y sano.
Especialista en
terapias del arte,
Rukalihuen