Planificación territorial en crisis
El crecimiento y ordenamiento urbano de las ciudades del país se define a través de los planes reguladores intercomunales y comunales.
Estos instrumentos son los encargados de establecer los lineamientos para el desarrollo físico de las áreas urbanas y se estructuran sobre la base de un conjunto de normas urbanísticas tendientes a fijar la relación entre zonas habitacionales, de trabajo, equipamiento y esparcimiento, así como a establecer las condiciones y características de las construcciones.
Según un estudio de la CChC, a diciembre de 2016, de las 346 comunas del país, el 27% no cuenta con un plan regulador actualizado, lo que genera distintos problemas y conflictos urbanos, que afectan la calidad de vida de sus habitantes y el desarrollo armónico del territorio. Esta situación deriva en un sinfín de problemáticas como la baja disponibilidad de suelo urbano, la mala conectividad entre sectores, ocupación urbana de zonas propensas a riesgos y la carencia de espacios para el desarrollo de áreas verdes, entre otros.
Esta realidad plantea la urgencia de contar con una política de estado actualizada de planificación urbana a largo plazo.
En el marco de este año de elecciones, es imperativo relevar la discusión sobre el ordenamiento y desarrollo de las ciudades. Quienes aspiran a dirigir el país deben considerar en su programa la formulación de una Nueva Política de Desarrollo Urbano, que apunte a agilizar y actualizar los mecanismos de aprobación de estos instrumentos.
Hoy los procesos de elaboración y tramitación de los planes reguladores son extremadamente largos, engorrosos y complejos, llegando a demorar en algunos casos, más de 10 años. Lo anterior genera enormes incertidumbres e ineficiencias en el desarrollo de las ciudades, ya que las normativas vigentes de estos instrumentos, están la mayoría de las veces caducas, estableciendo reglamentación que no se condice con las actuales necesidades de crecimiento y no responde a las demandas de un urbanismo dinámico, inclusivo y sustentable.
Asimismo los habitantes están cada vez más atentos e informados de las implicancias que tienen los proyectos y obras en la ciudad, y por lo mismo quieren ser parte de la toma de decisiones de los lugares en que viven. Actualmente sienten que su opinión no es tomada en cuenta, hecho que acrecienta el clima de desconfianza.
Es una realidad que la falta de planificación de las ciudades está retrasando el desarrollo de importantes proyectos de inversión, como consecuencia de la incertidumbre que ocasiona en el sector privado no contar una reglamentación urbana actualizada para el desarrollo de sus emprendimientos.
La responsabilidad de avanzar hacia una nueva convivencia urbana es de todos y todos debemos estar disponibles para aportar en este desafío.