Educarse es un proceso que no sólo implica aprender contenidos, sino también ser parte de experiencias que enriquezcan a las personas, le entreguen valores y amplíen su mundo, contribuyendo así a su formación integral, fundamental para desenvolverse adecuadamente en los más diversos contextos y desafíos que el futuro depare, tanto en lo intelectual, académico y laboral, como personal y social.
Ante esto, son muchos los jóvenes que al transcurrir la educación superior, y algunos durante la enseñanza media, tienen la posibilidad de realizar un intercambio en el extranjero, ya sea una pasantía que dure unas semanas, o uno o más semestres académicos. Una opción que si bien implica retos como dejar el nido y a los seres queridos para salir de la zona de confort y enfrentarse a lo desconocido, es una inversión con ganancias que pueden ser invaluables.
MEJORAR HABILIDADES
Mary Hayes, jefa de Movilidad Estudiantil de la Dirección de Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, afirma que son múltiples los beneficios de un intercambio, pues aspectos académicos y personales se ven favorecidos.
Detalla, en primer lugar, que "permite complementar los estudios con asignaturas o estilos de enseñanza distintos. Y suelen dar la posibilidad de aprender o mejorar un segundo (tercer o cuarto), idioma. Incluso si van a países de habla hispana, dado que hay otros estudiantes de intercambio que pueden venir de cualquier parte del mundo. Hemos tenido estudiantes que han ido a pasantías en Colombia, pero comparten con otros de Asia, Europa y América del Norte, y muchas veces el inglés se vuelve importante para estas interacciones", cuenta.
"Además, sin duda, aumentan sus redes de contactos, lo que es un apoyo tanto en su futura vida profesional como también en la personal", añade.
Hayes asevera que las habilidades blandas también se perfeccionan, principalmente porque al llegar a un país desconocido y enfrentarse a nuevas personas y situaciones, a otros idiomas, costumbres y cultura, los jóvenes potencian su capacidad de resolución de problemas y tomar decisiones, se vuelven más independientes y logran un mayor autoconocimiento.
Coincidiendo con este punto, Rodrigo Núñez, director de Relaciones Internacionales de Duoc UC, releva que por fortalecer a los jóvenes en el ámbito de la disciplina que estudian como también a su formación integral como individuo, "estudiar en el extranjero contribuye a formar mejores ciudadanos; sujetos que conocen, comprenden y aceptan distintas culturas; y saben valorar y aceptar la diferencia. Esto hace mejores a las personas", asevera.
OBJETIVOS
Pese a lo enriquecedor que es un intercambio, la decisión de viajar al extranjero puede generar temor, recelo o dudas, tanto para el estudiante como para sus seres queridos, sobre todo cuando se trata de jóvenes que nunca han salido de su hogar por largos periodos, o son tímidos, sensibles o retraídos.
Para orientar hacia una mejor decisión, Núñez comenta que cuando se trata del intercambio académico a nivel de pregrado, junto con lo disciplinar lo experiencial es un componente relevante. "Vivir la cultura y las costumbres del país anfitrión es importante, y es también lo que los estudiantes buscan. Por lo tanto, un cierto espíritu aventurero es necesario para concretar un intercambio. No todos lo hacen, porque no todos se atreven", dice.
Respecto al posgrado, agrega que el objetivo de las personas es lograr excelencia académica como una manera de potenciar su empleabilidad, por lo que es dicho aspecto el que prima en la elección, además de que se trata de personas con mayor experiencia y probablemente grado de madurez.
PREPARACIÓN ADECUADA
Si bien las características de personalidad y objetivos concretos innegablemente intervienen en la decisión, Mary Hayes cree que todas las personas pueden realizar un intercambio con éxito: la llave maestra es tener una preparación adecuada.
"Es importante que el estudiante tenga claras sus metas para realizar el intercambio y que no se desvíe de su rumbo. También debe estar consciente de que por estar lejos de su familia y amistades podría perderse hitos o momentos importantes; y entender que va a un país donde se habla, viste, compra, come, estudia, trabaja y juega diferente que en Chile", manifiesta.
En ese sentido, plantea que hay que tener claro que por todo lo que conlleva un intercambio (proceso de averiguación y postulación, aceptación, planificación y adaptación), es normal que los estudiantes experimenten una amplia gama de emociones, entre las que menciona entusiasmo y felicidad tras saber que han sido seleccionados para participar; ansiedad y nerviosismo previo a iniciar la travesía; euforia al llegar al destino, y estrés, nostalgia o tristeza durante la estadía.
Todos los colores, desde los más vivos y alegres hasta los grises y apagados son parte de la vivencia, y de ellos debe existir consciencia, por lo que en la decisión y posterior preparación de la aventura también deben considerarse, finaliza Mary Hayes.