Anhelo de "Urbanismo Social" es que las personas estén felices en sus barrios
Hace cinco años la Fundación "Urbanismo Social" se constituyó como tal, después de haber comenzado su labor cuatro años antes como organismo patrocinante que construía proyectos de vivienda social.
Esta experiencia gestó en ellos las ganas de trascender y ampliar su labor en torno a los proyectos de vivienda social, razón por la cual a la gestión de vivienda agregaron otros ejes de acción con el objetivo de contribuir a un desarrollo del que todos sean protagonistas, que de la mano de la transformación física haga sentir a las personas tan felices como orgullosas del lugar en el que habitan. "Eso no es lo que normalmente pasa en todos los sitios, sobre todo en los sectores más vulnerables", afirma la directora ejecutiva de la fundación, Pilar Goycoolea.
Prevenir el deterioro de los nuevos barrios, apostando por unos más sustentables y donde las comunidades gocen de una mejor calidad de vida; además de promover la participación por medio del trabajo conjunto en el que se combinen los esfuerzos de todos los actores que cohabitan (sector público y privado, sociedad civil y comunidades), es parte de lo que "Urbanismo Social" realiza, con un trabajo que aterrizó hace cuatro años en la Región del Biobío.
Goycoolea, explica que el horizonte es construir ciudades pensadas desde las visiones e intereses de todos, llevando el concepto de desarrollo a una escala más humana, pues, tal como reza la consigna que acompaña al organismo, "el centro son las personas".
CONFIANZA
Los aprendizajes tras años de trabajo han fortalecido la convicción de esta fundación y han hecho variar ciertas concepciones, cuenta su director regional Biobío, Vicente Guzmán.
Precisa que así como hay proyecto que ejecutaron al comienzo y que terminaron, hay otros que llevan varios periodos desarrollando y que hoy los tienen consolidados en la Región, como "Barrio Sustentable" que desarrollan con Essbio y otro junto a la empresa Megacentro con la comunidad René Schneider en Hualpén, llegando así a cientos de familias. "Esto lo realizamos con el aporte de fondos del Gobierno Regional y del Ministerio de Vivienda", cuenta, lo que cristaliza la alianza entre públicos, privados, la sociedad civil y las propias comunidades para alcanzar un objetivo en común, articulación que es, en opinión de Guzmán, la mejor forma de desarrollar los territorios. "Cuando empujas una idea y ésta es compartida por la comunidad, y por el sector privado y público, tiene más sentido que una acción aislada", apunta.
También destaca que si el primordial anhelo es que las personas se sientan orgullosas y felices del barrio en el que viven, la confianza en la comunidad es determinante, entendiendo, además, que un vecino no sólo es el de la vivienda de al lado, sino que puede ser una empresa o un organismo del Estado o municipio.
Es en ese sentido donde Pilar Goycoolea cuenta que una de las concepciones que tenían como organismo es que el deterioro o la inseguridad en los barrios eran indicadores que medían el bienestar en éste, por lo que había que prevenir esas problemáticas. Sin embargo, los años de trabajo, les enseñó que "los vínculos en las comunidades, sentir que las personas importan dentro de ésta, el sentido de comunidad, son factores mucho más relevantes para poder decir que me siento feliz u orgulloso de vivir ahí".
Desde lo anterior se desprende otra pieza clave en este tablero: la participación ciudadana. "La participación ha sido muy instrumentalizada por muchos años y por eso la gente está frustrada, porque siente que da lo mismo si participa o no, va a quedar igual. La apuesta es que más que más que participar, debe ser un involucramiento en el desarrollo del proyecto, de comienzo a fin, y no sólo al inicio", afirma.
Por ello, más allá del resultado, para lograr una ciudad más justa y equitativa, importa mucho más la forma en que se hacen las cosas, reflexiona Goycoolea.
CONOCERSE Y CONVERSAR
No es una tarea fácil, sino más bien un desafío diario, sostiene, sobre todo dado el escenario de desconfianza, déficit en la participación y desgano en una sociedad en la que rige el individualismo y predomina la competencia.
¿Qué hacer para superar el desafío? El primer vuelco, asevera Vicente Guzmán, es que las personas tomen consciencia de que no se puede mejorar una comunidad con esfuerzos aislados y que los problemas hay que entenderlos como colectivos y que se solucionan en conjunto. "Estamos mal acostumbrados a que todo lo entregamos hecho, muy formateado, desde la verticalidad. Pero lo que queremos es que el ciudadano sea partícipe de la solución, que se siente a coconstruir con el otro", afirma.
Lo anterior también impacta a la hora de formar lazos y fomentar relaciones de confianza en las comunidades, pues Pilar Goycoolea dice que no hay una receta mágica ni un programa estándar que funcione, la solución es conversar y conocerse. "No hay otra forma, si no nos sentamos todos en una mesa y ponemos sobre ésta todos los legítimos intereses que tengamos para desarrollar un proyecto en conjunto, no lo vamos a lograr", finaliza.