Los adultos tienen que reconocer y verbalizar errores frente a los niños
Muchos son los errores o equivocaciones que pueden cometer los adultos y en diferentes ámbitos de la vida: laborales, sentimentales, al ser padres o al estudiar. Pero es distinto observarlo desde el punto de vista de los niños.
Éstos también pueden errar, pero su manejo a la frustración y al cómo enfrentar los problemas es un proceso que deben aprender a sobrellevar.
Paula Díaz, psicóloga clínica y académica de la Universidad San Sebastián, explicó que lo primero es precisar qué significa un error. Según la especialista, esto hará referencia al camino o decisión que los niños tomen, o con llevar a cabo una conducta incorrecta. "Dice relación con infringir una norma, no cumplir con sus deberes o una falta de respeto hacia otros", comentó.
Desde ese punto, la psicóloga recalcó que para que los más pequeños aprendan de estos errores, los adultos deben explicarles previamente que existen reglas o límites que cumplir para que logren hacerse conscientes de que están pasando a llevar algo.
"Otra perspectiva, pero no menos importante, es reconocer que ha habido un fallo. Si todo esto ocurre así, entonces el niño podrá ser capaz de enmendar y llevar a cabo la conducta adecuadamente", apuntó.
Es así como los padres y profesores, o los adultos que se encargan de los pequeños y pasan tiempo con ellos, deben mostrarles cómo actuar frente a determinadas situaciones, es decir, "predicar con el ejemplo".
Según lo que planteó Díaz, los más pequeños del hogar aprenden por medio de la observación, por lo tanto, aquello que los adultos hagan, ellos lo tomarán como una guía a seguir.
"Por ejemplo, si un papá miente respecto a alguna situación en su trabajo, el niño se sentirá con la libertad de hacer lo mismo en el colegio y no llegará a aprender lo que significa decir la verdad, pues no ha habido consecuencia negativa alguna", afirmó la psicóloga.
De esta manera, los niños optarán por tomar un comportamiento similar al de sus padres o adultos significativos, y se verán influenciados por la conducta de ellos. A esto se suma que los límites deben ser trazados, pero a la vez explicados de una manera calmada, para que los pequeños entiendan qué se puede considerar un error y aquello que no.
MANEJO DE
LA FRUSTRACIÓN
De acuerdo a la opinión de Díaz, es bastante común que los niños puedan sentirse frustrados por diversas razones. Entre esas obtener malas calificaciones en el colegio, perder en algún un juego o no poder defenderse frente a otros niños o personas puede provocar en los más pequeños sentimientos de poca tolerancia o desilusión propia.
Sobre esto, la psicóloga afirmó que "nuevamente, si los padres han mostrado en su actuar una adecuada tolerancia a la frustración, éste es el primer paso para que el niño vea y sienta que es posible resolver los problemas".
Así, es importante el apoyo de los padres, el acompañamiento y la generación conjunta de algunas soluciones alternativas para que los mismos niños decidan cuál es la mejor alternativa.
"También es fundamental que los padres comprendan que si ellos le resuelven el problema al niño, éste no se sentirá competente en dicho ámbito de cosas, por lo que la frustración puede seguir creciendo", mencionó.
EL PODER DE LA EMPATÍA
María Luisa Orellana, directora de Educación de Jardines Infantiles Vitamina, recomendó a los adultos poner las cosas en perspectiva para los niños y aprender a reconocer que se equivocan frente a los pequeños verbalizándolo más frecuentemente. Es así que lo adecuado, opinó, "es que los hijos escuchen de la boca de sus padres un 'me equivoqué' y vean que el énfasis está centrado en la búsqueda de otra forma de hacer las cosas, más que en sobre analizar el error".
Asimismo, la directora comentó que entregar confianza y ser empáticos con ellos puede ayudar en el proceso de comprensión frente a los errores de los niños.
"Cuando nuestros hijos nos cuentan que cometieron un error, los padres debemos acogerlos y respaldarlos, diciéndoles por ejemplo 'a nosotros también nos pasan esos problemas o accidentes', es normal", dijo.
Además, la experta planteó que preguntarle a los menores sobre las situaciones que experimentan los pueden hacer comprender mejor sus errores o equivocaciones. "Preguntarles, por ejemplo ,¿qué harías tú para que esto no vuelva a pasar?, ayuda mucho en el proceso", señaló Orellana.
Además, un propósito óptimo de aprendizaje es que los niños comprendan que la frustración es parte de la vida y una emoción con la que todas las personas necesitan aprender a vivir y superar, es decir, que es algo tan común como cotidiano.
"Es fundamental crear ambientes que hagan sentir seguros y confiados a los niños, evitando que se sientan expuestos. La confianza les dará la oportunidad de fortalecer su autonomía frente a la necesidad de resolver problemas", finalizó.