Enormemente sorprendida y agradecida por el cariño recibido por músicos y aficionados de la zona se siente Sara Maria Rilling, maestra violista alemana con una trayectoria sobre los 20 años. Durante dos días, domingo y ayer, la artista entregó su conocimiento artístico en la segunda versión de la Clase Magistral de Violín, Viola & Música de Cámara realizada en la U. San Sebastián. La cita concluyó (ayer) con un concierto gratuito dirigido a toda la comunidad.
Rilling reside en Berlín y se dedica a la música de forma freelance. En la capital germana fundó la Academia de Música de Cámara de Hihenstaufen (2012), que congrega jóvenes de todo el mundo.
A ello se agrega que hace más de 10 años se dedica a dar clases a niños de poblaciones vulnerables en Venezuela, labor social que la tiene muy satisfecha. "Les entrego nuevas herramientas, para ver la vida desde otra perspectiva", resume la violista de 42 años.
Reconoció que en un principio la experiencia le chocó.
"Recuerdo un momento en que vinieron niños nuevos a integrarse al grupo y empezaron a jugar a las espadas con los arcos. No los podía retar y no sabía qué hacer, así que me quedé callada y me retiré. Sinceramente, me desmotivé bastante. Al regresar medio año más tarde, los chicos habían mostrado un avance y respeto por los instrumentos, que me motivó nuevamente, y me llevó a entender como la vida de los niños cambiaba con la música, y a mí me encanta ser parte de ese proceso", sostiene.
EXPERIENCIA CERCANA
Durante su carrera, Rilling ha podido viajar, enseñar y ofrecer conciertos de cámara, su especialidad, por Japón, Israel y Corea del Sur, entre otros países.
No olvida las clases magistrales que ha realizado en Venezuela, Colombia, Bolivia, Sudáfrica, Alemania y en Chile. También en nuestra ciudad, en dos ocasiones considerando la presente (su primera experiencia data de 2015).
"En Concepción hay gente muy talentosa, y que demuestra realmente un interés muy grande por aprender, algo que no se ven todas partes. El primer día de la clase magistral (domingo) estuvimos hasta pasada las 10 de la noche practicando y comentando", cuenta, quien también estuvo en Frutillar, donde participó en las Semanas Musicales (entre el 16 y 24 de febrero fue parte de los docentes que imparten los cursos en el Teatro del Lago).
- Y yo no quería terminar! Me sentía con mucha energía, la que me entregaban los alumnos (los cupos eran para 37 activos). Finalmente nos quedamos más de 12 horas (ríe).
Después de su experiencia docente en Frutillar y la capital del Biobío, la ejecutante destaca el nivel apreciado.
"Algunos músicos me siguen desde el taller que realizamos en Frutillar, pero también se presentaron gran cantidad de músicos de Concepción. Eso sirvió para darme cuenta que el nivel es bastante bueno en esta ciudad. También otros músicos que conozco, que han participado activamente en mis visitas anteriores, han aumentado extraordinariamente su nivel. Yo distingo a los músicos, en algunos que eligen hacer su camino y van creciendo, mientras otros prefieren esperar: a esos les recomiendo empezar a caminar", comenta, quien había preparado para el concierto de ayer en la USS obras de Mozart ("Dúo para violín"), Vivaldi (Las cuatro estaciones"), Schubert ("Sonata arpeggione") y Bach ("Concierto de Brandeburgo N°3").
- Hay que tener el interés y la constancia en estudiar, pero también es muy importante viajar de la mano con la música, aprender de otros países. Eso es lo más enriquecedor, al regreso de cada viaje la experiencia que se adquiere es demasiada, porque veo cosas diferentes, que me hacen sentir diferente, y aprender cosas que no conoceré sentada siempre en el mismo sitio.
-Yo creo que el nivel de exigencia en los conservatorios es altísimo. Mucha gente se congrega para entrar a estudiar en Berlín, donde existen dos de los conservatorios más exigentes del mundo, y entrar realmente es muy complicado, además de que propicia muchísima competencia. Un fenómeno que pasa bastante allá es que la gente se frustra totalmente al no quedar en una de estas escuelas, porque hay personas que tocan muy bien, pero no excelente. A veces, saber eso no les ayuda en nada y dejan su carrera hasta ahí (...) A mi parecer no deberían hacer, sino al contrario, deberían continuar practicando.
- Desde pequeña en mi escuela había una orquesta excelente a la que no pude entrar tocando el piano. Mi hermana menor eligió el violín y yo pensé que no quería tocar lo mismo que ella, entonces con mi familia (todos músicos) escogimos la viola. Ésta me presentó muchas dificultades (entre risas), porque tengo las manos muy pequeñas lo que normalmente es muy negativo para el instrumento, aunque ahora tengo una viola pequeña, con la que funciono al parecer muy bien.
La viola es un poco más grande que el violín, y el sonido es algo más complejo de conseguir. "Hay que ir con más fuerza dentro de las cuerdas, con el violín se puede tocar más rápido y sencillo, pero en general estructuralmente son muy parecidos", explica la intérprete germana, quien se ha especializado en orquestas de cámara.
"En este tipo de agrupaciones, donde los músicos son menos, es sencillamente el corazón (lo que las mueve). Por eso me gusta tanto este estilo, porque gracias a él la viola conecta todo, en cuanto a las orquestas tradicionales su presencia también se siente, pero en menor grado", señala, quien tiene como compositores de cabecera a Bach, Brahms, Shostakóvich y entre los últimos, Kenji Bunch, norteamericano de unos 40 años, "realmente brillante".