De barba blanca y con su traje rojo viajando en un trineo guiado por renos, el Viejito Pascuero es parte del imaginario colectivo y a pesar de ser un personaje enraizado en historias antiguas, creado por una conocida marca y potenciado potenciado por la publicidad e incluso el cine, ha logrado transformarse en uno de los símbolos de la Navidad en el mundo entero.
Así, son miles los pequeños de todos los rincones del planeta los que anhelan su mágica llegada durante la Nochebuena, esperando recibir el obsequio deseado. Es por lo mismo que muchos padres utilizan a este personaje para incentivar a que sus hijos se porten bien u obtengan buenas calificaciones; mientras que otros que aluden a su existencia sólo para mantener la ilusión de la festividad.
Y si bien esto da un toque de romanticismo a la celebración, ¿será adecuado fomentar esta creencia?
Para despejar dudas, la psicóloga de la Universidad Andrés Bello, María José Mera, explica que la fantasía es parte de la niñez y es importante que los padres la fomenten con distintas actividades en la vida diaria. "Cuando nos enfocamos en la Navidad, es saludable que la fantasía del Viejito Pascuero sea promovida según la etapa del desarrollo del niño y manteniendo ciertos niveles de realidad, como no exceder el presupuesto de la familia para comprar regalos que entregará este hombre mágico y que a la larga aumentarán el estrés económico de toda la familia. También será saludable promover actitudes como la empatía y la capacidad de compartir con quienes les rodean, siempre manteniendo el sentido que cada familia decida darle a estas fiestas", opina.
En ese sentido, Jaime Lavín, director de la Escuela de Psicología de la misma casa de estudios, sostiene que alimentar esta ilusión en los primeros años de vida de los niños podría ser una buena forma de aproximarse a su razonamiento e incluso de empatizar con ellos, participando de una modalidad de juego en el cual se expresan fantasías que son acordes con su nivel de desarrollo. "El juego contribuye al desarrollo emocional y promueve la capacidad de simbolización, por lo que no es nocivo que los adultos le 'sigan el juego' al niño", apunta.
ACORDE A LA ETAPA
Precisamente, cree que la base para alimentar esta fantasía es que los adultos entiendan que "se trata de un juego que progresivamente irá permitiendo que los niños se aproximen de manera autónoma a la verdad detrás de la historia, para lo cual resulta indispensable respetar el tiempo que a cada niño en particular dicha tarea le tome".
Al respecto, se debe tener claro que al hablar de creencias y cuestionamientos en torno a este mágico personaje no se podría definir una edad como "normal", pues según afirma Lavín, "en el desarrollo de los niños las diferencias individuales son muy marcadas, por lo que no es posible identificar con exactitud el momento en que una conducta debe aparecer o que una creencia debe desecharse", agregando que con frecuencia se observa que la mayoría conserva dicha creencia hasta los primeros años de la etapa escolar.
Es que los pequeños avanzan y comienzan a intercambiar opiniones y experiencias con sus pares, por lo que es natural que aparezcan también las preguntas; un momento que los padres temen y que para muchos niños podría ser doloroso.
Sobre esto, el director de Psicología de la Universidad Santo Tomás, Rodolfo Álvarez, comenta que a la hora de dar explicaciones debe ser de la mano de un relato adecuado a la edad y etapa de compresión del niño. "Esta conversación permitirá potenciar la seguridad e imagen de confianza que se tiene en los padres y fortalece los lazos familiares", dice.
En ese sentido, destaca que el trabajo previo, es decir transmitir la creencia del Viejito Pascuero, así como muchas otras basadas en las convicciones familiares, debe ser desde una postura flexible, pues esto disminuye el impacto de la frustración que puede darse cuando el niño se enfrente a otras creencias y descubra que no son tal como pensaba, recalcando que "es inevitable que a cierta edad los pequeños comenten y se cuestionen todo lo que sus padres han dicho, no sólo aquello relacionado con las verdades dadas por fe".
NO CAER EN MENTIRAS
María José Mera destaca que una forma adecuada de enfrentar estos cuestionamientos es que "los padres expliquen a sus hijos que el Viejito Pascuero, así como el ratón de los dientes y el conejo de pascua, son seres que viven en nuestras mentes y que pese a no tener corporalidad son parte de nuestras vidas porque nos traen la felicidad de compartir. A los niños que tienen hermanos mayores se les puede invitar a participar de mantener la ilusión de sus hermanos o primos menores a modo de rito de cambio de etapa".
Si el niño se observa a los niños muy afectados, la recomendación de la psicóloga es acogerlos en su tristeza por la partida de la ilusión, escuchar lo que siente y evitar burlas de niños mayores frente a su pena.
Desde allí destaca que un error que podría ser traumático es que los padres insistan en convencer al niño de la existencia del Viejito Pascuero cuando ya ha descubierto que son ellos los que cumplen esa función, pues pueden surgir más cuestionamientos e incluso generarse desconfianza. Así lo confirma Jaime Lavín, quien enfatiza que "en la medida en que los niños van creciendo, las conversaciones en relación a la Navidad deben sostenerse en términos que puedan entender, haciendo uso de metáforas y de respuestas suficientemente amplias, para no caer en mentiras sistemáticas que pudiesen posteriormente mellar la confianza del niño en los adultos significativos".