Inarbolece: un lanzamiento que supo entregar sorpresas
Uno de los aspectos que más se agradece del lanzamiento del disco homónimo de Inarbolece, realizado el sábado último en Balmaceda Arte Joven, es la cuidada puesta en escena con que la banda ambientó el show. Ello, frente a un público que, finalmente, colmó la sala de la entidad cultural promediando unas 200 personas.
El dato no es menor. Evidencia el grado de conquista y fidelidad que el trío fundado en 2013 ha logrado en tres años de trabajo hecho en serio.
Lo anterior queda demostrado en la depuración y madurez vocal lograda en este tiempo por parte de José Elías Riquelme, también guitarra. Propone fraseos, quiebres, silencios y maneras sorprendentes de proyectar una vocalización en sintonía con la pared sonora propuesta también por Felipe Lorca (bajo) y Alejandro Riquelme en batería.
Inarbolece es una banda compuesta, con sentido del ritmo y la forma. También las búsquedas por caminos no tan fáciles, pero que con ellos suenan como una melodía accesible de búsquedas propias. Aunque no completamente, porque el arte siempre implica búsquedas, el grupo originario de Carampangue está tratando de encontrar una vía en la actual fauna sonora. Una colmada de lugares comunes que -a veces- no aportan mucho.
En otras palabras, para esta banda los loops, sampleos o las bases grabadas adquieren un sentido en el discurso apreciado en el cuadro. Su música se torna en fluidos y sorpresas, quiebres y momentos con tensión dramática.
Y no hablamos necesariamente por la presencia del actor en escena -Bastián Vollrath- cuyas performances posiblemente no alcanzaron a expresar en el cuerpo el discurso sonoro. Sin embargo, de fondo trataban de proponer algo, la soledad, el aislamiento, la quieta tensión del momento.
FACTOR SORPRESA
Lo de Inarbolece es la propuesta de un viaje marcado por la música -lo fundamental- y letras que apelan a existir en el siglo que corre. En estos tiempos, nos dicen, cuando Dios puede ser sujeto y protagonista de su propio ataque de pánico.
Bueno, aquí la música funciona como terapia, a partir de una base rítmica, que se acopla a la locura vocal de Riquelme, con tiempos que se aceleran o ralentizan según las notas que emergen de los instrumentos.
En lo que implica dosificar los tiempos, resulta clave la presencia de Daniel Lagos. En el sampler, sabe cómo sumarse a la propuesta física y estética de la agrupación. Crea momentos, cuadros dramáticos que hacen de la repetición un asunto consciente.
Desde lo musical, Inarbolece propone un discurso que escribe con melodías que saben sintonizar con los falsetes de la voz, aunque siempre será bueno seguir en esas búsquedas. Construyen canciones fundadas en tránsitos y quiebres como partes de una intención de mirada. Es la canción pop pasada por el filtro del post rock. Allí las notas no temen llegar a extremos, pero sin necesidad de traspasar límites.
Lo de ellos es rock performático, de cruces en el marco de una postmodernidad asumida (la caracterización, la actuación, las coristas). En este escenario caben, también, propuestas del otro lado de la vereda como la de Javier Toloza, por ejemplo. La gracia es que Cantáreman suena en el mismo carril de Inarbolece, ocupando un espacio en el discurso de la banda y no para la banda. En ocasión, apoyada por las cuerdas de Guillermo Leighton en chelo ("Inuterable").
Temas como "Hermafrodita", "De cian intraterrestre" y "De latir latió", entre otras; son prueba de que Inarbolece es de los nombres para tener en cuenta y escuchar con atención, siempre y cuando las sorpresas no se agoten.