"Siempre encontrándonos..."
Uno de los valores organizacionales más importantes y fundamentales por su trascendencia en la vida de las personas y las instituciones, es la "unidad" (epistemológica y ontológica) que alcanzan en su desarrollo. A la "unidad" se le podría denominar también trabajo colaborativo, incluso, la unidad organizacional surge cuando misión y visión son compartidas por todos los que forman parte de la institución. La unidad es aquello que une a las personas frente a un mismo propósito organizacional, una misma meta, una misma razón de ser y hacer las cosas.
Traigo a colación este concepto a propósito de lo que sucedió en el Colegio de las Madres Dominicas de Concepción, donde pareció haberse roto la "bella unidad" que caracterizó el quehacer de la comunidad educativa. Durante 24 años formé parte de la comunidad educativa de Colegio Carmela Romero de Espinosa, de Concepción, como docente, asesor pedagógico y apoderado. Recuerdo que cada vez que nos reuníamos para analizar nuestra marcha, para discutir temas pedagógicos y pastorales, o proyectar el trabajo, se concluía con una liturgia y con la entonación, a varias voces, del himno "Siempre encontrándonos", pues así se refrendaba la "bella unidad" característica del trabajo diario de auxiliares, administrativos, docentes y directivos, que se proyectaba a las familias y que integraba activamente a padres y apoderados. Era una unidad de personas que nacía del convencimiento íntimo que teníamos en cuanto a que el quehacer nuestro era un trabajo importante para las estudiantes, sus familias y la sociedad a la que luego se integrarían.
Los fundadores de la Congregación, P. José Cueto OP y la M. Pilar Prieto, estaban convencidos que el cambio de la sociedad vendría por la mujer, razón que lleva a las religiosas a prestar especial atención a los aspectos formativos de la enseñanza aprendizaje, en todos los niveles del proceso, asumiendo que los jóvenes han de jugar un singular papel en el cambio de la sociedad: "Seguimos a Jesús unidas en la comunidad, constantes en la oración y en la celebración común de nuestra fe, buscando siempre la Verdad". Para ello, la "Predicación de la Palabra", que realizan laicos y religiosos, se ha de concretar en brindar una educación de la juventud en una comunidad educativa unida por un mismo propósito, capaces de superar las diferencias y privilegiando el diálogo estamental y el respeto a la persona humana.
La educación de los jóvenes es la forma específica elegida por la Congregación de llevar el mensaje de Jesús al mundo y es la opción escogida por las familias, los docentes y auxiliares de la educación en llevar adelante la "bella unidad" que supone siempre encontrarse en una comunidad de personas, que ama la verdad tanto como a las personas que la defienden.