La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida
Hay signos sociales que la sociedad y sus gobernantes provocan y luego esa misma sociedad pretende ignorar.
Así, el Tío Sam ha intervenido en un sinnúmero de países del orbe, alterando sus vidas y regímenes políticos por conveniencias económicas y políticas y luego no quiere que su propio pueblo le pase la cuenta.
Siembra viento y cosecharás tempestades, es lo que han hecho los varios gobiernos anteriores, justificando invasiones a otros para sus propios beneficios.
No sabemos leer, descifrar, decodificar el pensamiento de las masas. Así, ningún futurista previó la caída del muro de Berlín, ningún agorero, desde el más chanta al más académico, ni remotamente previó esta elección. Es más, imperaba la negación; cuando evidentemente algo pasa y efervesce bajo la ceguera de un público que no aterriza aún, para instalarse ya en el nuevo paradigma, uno que ya no admite el lenguaje de palabras bonitas pero vacías.
Cuando la mayoría de los humanos sólo desean lo básicamente humano -y una muestra de ello es la sobrevivencia ante el terror incubado por y en EE.UU. durante décadas, finalmente el terror se les instaló en su propio territorio.
¿Qué esperaban? Tal vez más de lo mismo. ¿Por qué esa sociedad ha prestado oídos a un hombre que se supone tan nefasto a los ojos de una mayoría mundial, que se supone tan cuerda? ¿Qué caldo de cultivo han generado?
Al parecer, de tanto provocar descalabros e intervenciones en otros países, están disfrutando de su propia medicina y esto confirma, una vez más, aquello de que solo tenemos lo que nos merecemos.
Algunos aventuran hasta una regresión de la humanidad, cuando al parecer, no hemos ido muy lejos como suponíamos: mucha tecnología y vida virtual cuando en el fondo seguimos siendo los mismos prehistóricos, actuando desde el rinencéfalo.
Trump inteligentemente, supo crear un personaje que da cuenta de las "retrógradas" aspiraciones de ese país que quiere recuperar lo que alguna vez tuvo; supo captar que sobre tanta globalización debía privilegiar el discurso nacionalista; también supo apelar a las emociones básicas, sobre todo al miedo miedo sembrado por ellos mismos; supo apelar al paternalismo, porque acaso ¿no es ésa, actualmente, una sociedad desamparada que necesita un padre protector?
Ahora, luego del hecho consumado, Trump es el presidente de EE.UU., y sucede que nuevamente todos son generales y están, obviamente, ofreciendo todo tipo de cooperación y parabienes. Ahora, cuando se vislumbran con el traste a dos manos y, ahora sálvese quien pueda y corean con Mafalda: "paren el mundo que me quiero bajar".
Son sorpresas que se pueden repetir en Chile, ya que para copiones no nos gana nadie, solo que podríamos parafrasear a Borges desde su Arte Poética: "Ver en el día o en el año un símbolo/ de los días del hombre y de sus años…/….También es como el río interminable/que pasa y queda y es cristal de un mismo/Heráclito inconstante, que es el mismo/y es otro, como el río interminable."