En Urgencia los niños deben ser atendidos con igual dedicación
Aportar conocimientos y sobre todo crear la necesidad de una formación más específica que contribuya a dar una atención mejorada e integral a los niños que acuden a los servicios de urgencia del país es la mejor manera de explicar el espíritu con el que se realizó recientemente el curso "ABC de las Urgencias Pediátricas". La convicción es que la especialización sería una de las claves para facilitar el proceso de intervención de los profesionales de la salud con sus pacientes en diversas situaciones, explicó la peditra María de los Ángeles Maureira, jefe del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad san Sebastián, organizador del evento junto a la Clínica Universitaria de Concepción.
Es por eso que reconocidos expertos nacionales e internacionales participaron en la actividad y uno de los exponentes extranjeros destacados fue el doctor Javier González del Rey, profesor de Medicina de la Universidad de Cincinnati, y director del Programa de Residencia de Pediatría y director asociado del Departamento de Urgencia Pediátrica del Hospital de Niños de Cincinnati (Estados Unidos).
ENTRENAMIENTO Y AGUEZA
En distintas exposiciones abordó varias temáticas relacionadas a este ámbito de la Medicina que en algunos países como Estados Unidos, Uruguay o España es oficialmente una subespecialización de los pediatras. Y aunque en Chile aún no es así, es materia de interés de muchos estudiantes y profesionales del área de la salud que en las salas de urgencia se desempeñan o anhelan ejercer su labor.
En ese sentido, recalcó que el desafío es avanzar hacia el desarrollo de planes de estudios específicos para la subespecialización, valorando al curso como un motor para transitar el camino.
Dijo que uno de los aspectos que hacen relevantes la especialización es que "muchas veces los sistemas ponen a las personas menos entrenadas para trabajar en las urgencias, y da la casualidad que es donde debes tener a las personas con más entrenamiento, porque son los casos más agudos que llegan".
Sobre esto, precisó que es amplia la gama de problemáticas que deben ser abordadas por un urgenciólogo pediátrico, entre los que se pueden mencionar los traumas, suturas, intoxicaciones, complicaciones de la vía aérea, problemas agudos infecciosos o crónicos.
Aquí la agudeza es fundamental para el diagnóstico y el entrenamiento también juega un rol protagónico para ello, comentando que si bien no es que se requiera mayor sensibilización que en otros ámbitos de la Medicina, pues todos los pacientes deben ser tratados con el mismo respeto y dedicación, "la diferencia es que el pediatra primario tiene la oportunidad de establecer una relación con el paciente y la familia, que va la primera vez y continúa a medida que van pasando las visitas, y así se van conociendo. El urgenciólogo pediátrico tiene que en cinco minutos establecer confianza, diagnosticar y tratar a una familia con un paciente que nunca ha visto. Es un arte un poco difícil, porque usted está trayendo lo más precioso de su vida a un extraño y en una situación un poco delicada. Entonces, ese arte de cómo en esos cinco minutos uno se adapta y genera confianza para obtener un buen resultado en el manejo del paciente, es parte del entrenamiento del emergenciólogo".
ACUDIR A LA URGENCIA
El hecho de que en la actualidad las salas de urgencias se están ocupando cada vez más es otro aspecto que relevó el experto, pues esto no ocurre precisamente porque no funcionen bien. "A nivel mundial se han transformado en el único acceso a atención que los pacientes tienen, ya que se está limitando mucho con el lío de la cobertura en salud y la falta de médicos primarios, como la pediatría primaria, lo que pudiese evitar muchas visitas a la urgencia".
Desde allí surge, justamente, el cuestionamiento sobre cuándo se está frente a una urgencia y es adecuado acudir a un servicio de este tipo con un niño. Sin embargo, en opinión del doctor Javier González, se trata de una cuestión que tiene respuestas desde la mirada ética, social y/o de los sistemas de salud. Para él, el límite no debe estar en las definiciones, pues éstas pueden variar si se ve desde la perspectiva de un médico o la de un familiar.
La clave, aseguró, está en "eliminar los conceptos de lo que es correcto o no y tratarlos a todos igual, porque para esa persona que está allí es urgencia. Si llega una madre a las tres de la madrugada con un niño que tiene una otitis con fuerte dolor de oídos, quizá un médico que no es sensible se pregunte '¿qué hace esta señora a esta hora utilizando una sala de urgencia?'. Sin embargo, todos los que tenemos hijos y sabemos lo que es un dolor de oído, sabemos que para esa madre ese dolor de oídos es la urgencia más grande que hay".
Y es que aunque hay casos donde la gravedad es evidente, como el de un niño pequeño convulsionando sin respirar, lo cierto es que pueden existir emergencias escondidas en otros síntomas menos alarmantes. "Para mí la urgencia es todo aquel que visita la sala de urgencia. Y como padre, la mejor manera de saber si tengo o no que ir a una urgencia pediátrica es guiarse del instinto: si cree que algo no está funcionando bien con su hijo, llame a su pediatra y si él no puede verlo, vaya a la urgencia. Lo peor que puede pasar es que fue una urgencia y no era nada; en cambio lo que se debe evitar es pensar que no es nada y no ir", finalizó.