Desconfianza en salud
En el problemático y muy debatido tema de la falta de especialistas médicos (sea por escasez o distribución inequitativa), la prensa actual revela cómo se incumple el compromiso de médicos formados con fondos estatales a trabajar en el servicio público por un período de tiempo y en una destinación previamente estipulados.
Desde la calle, es imposible aclarar los orígenes de un problema que afecta a la ciudadanía en regiones y a los que disponen de menos recursos.
La experiencia señala un complejo panorama de frustraciones personales, desencuentros éticos, instituciones carentes de infraestructura para el ejercicio de medicina secundaria y terciaria, cláusulas contractuales con sanciones judicialmente impugnadas y otras causas que, finalmente, llevan al fracaso de lo intencionado.
Viviendo en un clima de desconfianza extrema, resulta de suma gravedad que esta falta de confianza se haya instalado en todos los niveles de políticas, servicios y atenciones de salud.
En poco años hemos sido testigos de fallas en el registro de personas VIH+, las inseguridades generadas en torno al uso del preservante timerosal, la polémica desencadenada por el programa de vacunación contra el papilomavirus, las incongruencias de hospitales prometidos pero no construidos, o construidos y no habilitados, los laberintos financieros, los "inseguros" seguros de salud, la cuestionada opinión médica.
Todas estas situaciones, y muchas otras, provocan polémicas que alimentan la desconfianza y llevan a la desesperanza de que atención médica, programas de prevención y promoción logren la difícil y lenta reconstrucción de confianza en que los cuidados de salud sean entregados por manos técnicamente competentes, moralmente solventes y socialmente equitativas.