Estrategias educativas deben acompañar a la vacunación
La globalización e Internet han sido determinantes para instalar los cuestionamientos en torno a las vacunas a nivel internacional y en Chile la polémica más reciente se ha centrado en la inoculación del Virus del Papiloma Humano (VPH), que el 2014 fue incorporada al Plan Nacional de Inmunizaciones (PNI) en todas las niñas de cuarto básico y durante el 2015 se implementó para las de quinto y sexto básico, para que las egresadas de octavo básico este año se encuentren vacunadas.
Sin embargo, han sido decenas las causas presentadas en las cortes de apelaciones del país por apoderados que rechazan esta campaña, acusando falta de información sobre los efectos adversos; dos de estos fueron acogidos logrando la paralización de la vacunación en niñas de la Región Metropolitana y del Maule.
SEGURIDAD
No es extraño, entonces, que esto traiga dudas en el resto de los padres, pero los especialistas hacen un llamado a no dejar de vacunar a las niñas, pues el principal objetivo de la vacuna contra el VPH es disminuir la incidencia del cáncer del cuello del útero, donde este virus, con sus más de 150 variedades es la principal causa, además de asociarse a patología oncológica de vagina, vulva, pene, ano y orofaringea. También es responsable de las verrugas genitales.
Así lo explica el doctor Carlos Barrera, director del Programa de Especialistas en Ginecología y Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, quien afirma que existe evidencia científica que respalda la seguridad y eficacia de la vacuna (ver recuadro).
Comenta que son tres las vacunas licenciadas en Estados Unidos, Chile y el resto del mundo, y que protegen contra la mayoría de los tipos virales que son responsables de los cánceres relacionados a este virus, siendo recomendadas por entidades como la Organización Mundial de la Salud y el Centro para el Control de Enfermedades de Estados Unidos; la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, la Sociedad de Obstetricia y Ginecología Infantil y Adolescente, y la Sociedad Chilena de Pediatría.
Un equipo de académicos de Obstetricia de la Universidad San Sebastián compuesto por Ana María Arriagada, Raquel Espejo y Jonathan Vásquez, afirma que entre los efectos secundarios más comunes de la aplicación de la vacuna contra el VPH, se incluye dolor y enrojecimiento en la zona del brazo, fiebre, mareos, náuseas y desmayos, tal como podría ocurrir en cualquier otro procedimiento inyectable. Los efectos secundarios graves de esta vacuna, en tanto, son poco frecuentes, enfatizando que lo importante es informar al personal a cargo de la vacunación si hay antecedentes de alergia.
A LARGO PLAZO
El PNI apunta a vacunar a todas las niñas de 9 años en el país pues sería la edad propicia, según los profesionales, ya que la vacuna contra el VPH produce una respuesta inmunitaria más intensa en los preadolescentes que en los adolescentes mayores. Además, como este agente se transmite principalmente vía sexual, la recomendación es aplicar la vacuna antes del inicio de las relaciones sexuales, de modo de proteger del virus previo a exponerse a éste. "Tras la vacunación los anticuerpos de la vacuna pasan desde la sangre hacia las secreciones genitales. Si ocurre una exposición al virus estos anticuerpos actúan como barrera de defensa, reduciendo el riesgo de que se establezca una infección", explican.
Sobre el resultado de la vacunación, dicen que podría verse en el largo plazo, cuando se analice la incidencia del cáncer cervicouterino de las mujeres de 25 años en adelante; pero la expectativa es que este cáncer reduzca sus tasas, ya sea por la vacunación o por el constante tamizaje con la realización del Papanicolau (PAP), examen que pesquisa el VPH y detecta el riesgo/presencia de cáncer cervicouterino.
EDUCAR A LA POBLACIÓN
Ante las inseguridades surge un desafío que no se debe pasar por alto según los expertos de la USS: la vacunación contra el VPH debe incluir estrategias educativas, vinculando a profesionales competentes en el área de la salud sexual y reproductiva, dirigidas a las niñas, sus padres o cuidadores y a profesores, pues la inoculación es realizada en los establecimientos educacionales y son los docentes quienes deben aclarar las dudas de los apoderados.
Los académicos de Obstetricia remarcan que también es necesario que exista plena consciencia sobre el significado de la vacuna y la protección que entrega, pues si bien las niñas beneficiadas por la vacunación aún no son población objetivo del tamizaje de cáncer cervicouterino, se encuentran o encontrarán en riesgo de contraer el VPH (y transmitirlo).
Por el motivo anterior, destacan que la intervención educativa debe ser amplia y apuntar al ámbito de las conductas sexuales responsables, sensibilizando sobre la prevención de infecciones de tramisión sexual (como el VPH), la importancia del control ginecológico y la toma del examen de PAP desde que la mujer es activa sexualmente (independiente de la edad), enfatizando que la vacuna no se debe entender como un método de reemplazo de la pesquisa del cáncer cervicouterino, sino que como una medida adicional de protección.