Es una iniciativa de la Municipalidad de Santiago, pero se transformó en un tema nacional desde la semana pasada. Es que con respuestas en lenguaje juvenil, el libro "100 preguntas sobre sexualidad adolescente", entregado a los establecimientos educacionales de la mencionada comuna y disponible para descarga en internet, plasma algunos cuestionamientos que un grupo de estudiantes planteó y que un equipo de 21 profesionales aclaró.
"¿Es recomendable ser circuncidado?", "¿qué es el clítoris?", "después de mi primera relación sexual, ¿el cuerpo me cambia?", "¿por qué sentimos ganas de masturbarnos?", son parte de las interrogantes que van en el texto y están acompañadas con ilustraciones.
De esta forma surgieron voces que valoraron la iniciativa, pidiendo incluso que tuviera distribución nacional, y otras que lo reprobaron por motivos como encontrarlo inapropiado y demasiado explícito.
El psiquiatra Ricardo Capponi fue uno de los críticos duros, calificándolo como una "educación aberrante".
Pero, lejos de ser una postura moralista, su punto de vista es uno científico, afirma el profesional penquista de nacimiento, quien ha dedicado gran parte de su carrera a generar una mejor formación en sexualidad. Un ejemplo de esto es su "Sexualidad sana, qué y cómo enseñar a los hijos" y la innumerable cantidad de charlas en las que expone distintas aristas de esta temática, como la que ofreció la semana pasada en la Universidad Andrés Bello, sede Concepción.
Pero la creación del Centro de Educación Sexual Integral (Cesi), en el 2001, que actualmente dirige, es sin dudas su contribución más potente, pues es un organismo que mediante distintos programas, talleres y material en constante renovación, trabaja para que los jóvenes tengan una alta calidad de vida sexual. "La que no tuvimos las generaciones anteriores", apunta.
"Chile tiene índices de problemas de sexualidad bastante altos: cerca del 50% de las mujeres tiene dificultades en el ámbito de la calidad de su vida sexual frente a un 35% a 40% de los hombres, y esto afecta mucho la calidad de vida en pareja. Eso se debe a una muy mala educación sexual, típica de la sociedad patriarcal machista, donde la mujer recibe una educación reprimida y el hombre una educación disociada", explica.
Es así, que la represión y disociación se transforman en las puntas de una cuerda que se debe cortar por la mitad, pues ambas contribuyen a generar una imagen equivocada de lo que es la sexualidad.
NO OLVIDAR LOS AFECTOS
El problema con el manual editado por el municipio santiaguino, a juicio del experto, es que se fue a uno de los extremos, al separar lo físico de lo afectivo, sin generar un análisis profundo de los temas. "En el libro se plantean contenidos que pueden ser muy dañinos, como que no importa la edad del comienzo de la vida sexual, lo que tiene que importar es si la persona te gusta o no, o si tienes confianza con ella. Tampoco hay una incorporación de la importancia del enamoramiento o lo que tiene que ver con las emociones en el encuentro de los cuerpos. Deja una sensación de que si no tienes mucha experiencia no hay que preocuparse, porque si tienes muchas dificultades con la práctica las vas a resolver; o sea, la sexualidad es como andar en bicicleta. Todo eso es un disparate", manifiesta.
-El objetivo de la educación sexual, además de promover la protección para evitar los embarazos no deseados y prevenir las enfermedades de transmisión sexual, es lograr que ese niño, niña o joven, tenga una sexualidad de calidad en la adultez. Para ello es necesario que se produzca una integración entre la sensorialidad, la sensualidad, y todo el goce y placer que nos da la sexualidad, con la emoción propia de los afectos. Ese es un trabajo bastante complejo y sutil.
-Lo síquico y lo afectivo van de la mano de lo corporal. Cualquier encuentro erótico, cualquier encuentro mediado por el placer del cuerpo, activa emociones y sentimientos. Si éstos no son considerados se va produciendo un efecto dañino en la calidad de la sexualidad.
Así, ésta se disocia y lo afectivo queda como un concepto de la relación amorosa con el otro, cariñosa, una cosa un poco sentimentaloide, liviana, que no sirve nada. Por otro lado va el deseo sexual, el sexo con el cuerpo. Disociar lo corporal de lo afectivo hace que la sexualidad en sí misma sea una banalidad y que sea muy difícil en la adultez tener una relación estable y larga con una misma persona o mantener la fidelidad. Se genera una tendencia a la sustitución, a la promiscuidad y una dificultad de poder usar la sexualidad al servicio del vínculo amoroso.
RESPONSABILIDAD
Capponi reconoce que integrar todos los aspectos es complejo y por eso que enfatiza en la responsabilidad del Ministerio de Educación de propiciar y exigir a los establecimientos que entreguen una formación en sexualidad adecuada ; independiente del rol de los padres. "Existen programas que ofrecen alternativas adecuadas a la formación sexual, con profesionales que han trabajado durante años; yo soy uno de ellos", cuenta.
Sobre lo anterior, recalca que ésta es una de las vías para asegurarse de abordar seriamente el tema. "La educación sexual no es un libro, es una que se hace a través de todos los años de la formación de los niños, desde prekínder a cuarto medio, con una metodología adecuada en la cual también tienen que participar los padres", asevera.
Materiales pertinentes a la etapa vital, que se puedan trabajar fácilmente en la sala de clases y donde la familia pueda apoyar de manera concreta en la casa, son algunos de los aspectos que una formación en sexualidad seria y adecuada debe considerar, asegura. "Esto no significa disfrazar los nombres, las cosas se dicen tal cual. Tiene que ser una educación clara, precisa y directa", comenta.
Por último, destaca que la importancia de hablar de sexualidad desde los tres años de edad es porque de otra forma no se puede enseñar a los niños a protegerse de los abusos sexuales, " una de las lacras que pueden echar a perder la sexualidad en la adultez".