Acercarse es el paso clave para derribar los estigmas sociales
El pasado 12 de agosto se realizó la colecta nacional de "Rostros Nuevos", una acción que como objetivo concreto tuvo la recaudación de fondos. Sin embargo, más allá de lo cuantificable, también se propusieron instalar una temática cuya realidad que es tan adversa como invisible, pero de la que son testigos día a día.
Es que esta fundación perteneciente al Hogar de Cristo trabaja con personas adultas con discapacidad mental y en situación de pobreza, dos condiciones que provocan doble exclusión.
"La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido clara en señalar que cuando una familia en situación de pobreza tiene uno o más miembros con discapacidad mental, sin el apoyo adecuado, sin las políticas públicas pertinentes, la posibilidad que tiene de salir de la pobreza es muy compleja. Si se presenta una situación de discapacidad mental en una familia que no esté en situación de pobreza, pero que tenga ingresos insuficientes -dado muchas veces por tener acceso laboral a un empleo de baja calidad o un sustento asociado a una sola jefatura familiar- la posibilidad de que esa familia caiga en una situación pobreza es muy alta", contó María Isabel Robles, directora ejecutiva de Fundación "Rostros Nuevos".
En Chile habría al menos 92 mil personas con discapacidad mental en situación de pobreza, según datos de la Encuesta Casen 2013. En esta línea, el organismo cumple un rol fundamental.
En la Región del Biobío trabaja con 80 familias con un programa de atención en domicilio que otorga una intervención integral con monitores de rehabilitación o sociales, y terapeutas ocupaciones, entre otros. Robles mencionó, entre otros objetivos, mejorar las herramientas del cuidador, potenciar las redes de apoyo y habilitar o rehabilitar a la persona en situación de discapacidad hasta lograr su máxima autonomía, en caso de que sea posible, y promover inserción laboral, por ejemplo.
ACCESO
Al considerar el panorama en Chile a nivel de salud mental en el sistema público, el aporte de "Rostros Nuevos" es fundamental, pues la dificultad en el acceso por un sistema colapsado es sólo uno de los obstáculos que deben superar las personas con discapacidad mental en situación de pobreza. "En Chile el trabajo en salud mental es bastante precario. Primero porque hoy en el país se destina el 2,3% del presupuesto de salud a salud mental, mientras que la OMS el 2010 recomendaba 5% y actualmente 7%", recalcó.
Agregó que esta brecha en términos presupuestarios se puede ver traducida en la falencia en los dispositivos de atención como los Cosam o Cesfam, todos con una sobredemanda que afectaría la calidad de atención. "Los equipos de trabajo están sobreexigidos y eso genera mucha tensión, y por muy profesionales que sean, es complejo que equipos tensionados puedan entregar un servicio acorde a las necesidades de las personas", comentó.
NO DISCRIMINAR
Así la atención inoportuna, diagnósticos tardíos y problemas con los tratamientos son enemigos con los que deben luchar las personas con discapacidad mental en situación de pobreza junto a sus familias; factores que sin dudas coartan la posibilidad de habilitación y rehabilitación, y con ello las chances de salir del círculo de la pobreza.
Si a esto se le suman los estigmas y prejuicios sociales que se traducen en discriminación, el panorama se vuelve mucho menos auspicioso, sostuvo.
De hecho, en opinión de la directora es por temor a ser discriminados es que a muchas familias les cuesta reconocer una situación de discapacidad mental, la que ocultan porque les avergüenza y entonces no buscan ayuda.
Es por eso que no discriminar es uno de los llamados que con más ímpetu hacen desde la fundación en el Mes de la Solidaridad, relevando la responsabilidad que tiene la sociedad para cambiar esta adversa realidad.
Una de las tareas pendientes es derribar las falsas creencias, las que están dadas principalmente por desconocimiento y desinformación. "Por ejemplo, mucha gente piensa que la persona con discapacidad mental debe estar encerrada, bajo la lógica del hospital psiquiátrico, y ojalá bien lejos, porque son peligrosos. Sin embargo, lo cierto es que estudios, tanto nacionales como internacionales, muestran que las personas con discapacidad mental muchas veces son sujeto de abuso y maltrato en una proporción mayor en la que ellos pueden afectar a otros", aseveró, graficando la diferencia abismante que hay entre el prejuicio y el hecho real.
EN LO COTIDIANO
"Actuamos automáticamente a propósito de los prejuicios, porque sabemos poco de las personas con discapacidad mental y eso pasa porque nos relacionamos poco. Chile no tiene una educación inclusiva, las personas con discapacidad intelectual están toda su vida en escuelas especiales, entonces como sociedad no sabemos cómo relacionarnos con ellos y no entendemos que todos tenemos capacidades distintas. Es algo cultural que tenemos que ir abordando como sociedad para ir generando políticas públicas adecuadas, por ejemplo en materia de educación para lograr la inclusión desde la primera infancia, pero también en las conductas cotidianas que tenemos", reflexionó.
El lenguaje que se utiliza a diario es una forma de vivir desde el estigma. "Aunque se ha mejorado mucho, todavía seguimos ocupando términos como 'mongolito', 'tontito' o 'incapaz', incluso coloquialmente los utilizamos para decir algo peyorativo de alguien", dijo. Entonces, erradicar ciertas palabras del vocabulario es una forma de ir aportando, individualmente, en este cambio social necesario.
En lo laboral, que se podría transformar en el motor para salir del círculo de la pobreza al acceder a un trabajo remunerado y aportar en el hogar, lo primordial es evaluar al trabajador según sus habilidades para desempeñarse adecuadamente y no por su condición.
Y es que la clave está en generar cambios actitudinales que lleven a acercarse a las personas con discapacidad mental, algo que Robles considera fundamental para derribar los estigmas y prejuicios, y así lo demuestra la experiencia que tienen como fundación.
"En la Región Metropolitana tenemos una residencia y el vínculo que hay con los vecinos es digno de poder mirar, porque muchas veces es mejor que con los otros que no tienen ninguna discapacidad: se conocen, se saludan, se acompañan, se cuidan, se preocupan por el otro. Eso es algo que enriquece a la sociedad y también la vida comunitaria, y es también lo que queremos transmitir con mucha fuerza para que todos nos atrevamos a tener un trato cotidiano, respetuoso y con una mirada de dignidad hacia las personas con discapacidad mental en situación de pobreza", concluyó.