Turcos: los solitarios emprendedores que asoman de a poco por Concepción
No son más de seis, viven solos, tienen educación superior y declaran estar contentos en Concepción. Se trata de un pequeño grupo de ciudadanos turcos que poco a poco van asomando en la capital penquista, todos trabajando, algunos para familiares y otros iniciando sus propios negocios. No hay una colonia que los cobije y que de vez en cuando los transporte a las costumbres más arraigadas de su Turquía natal. Pero tampoco es algo que les complique mucho, por en el fondo son aventureros que se han ido transformando en nuevos emprendedores.
Según datos oficiales del Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior, las permanencias (visas) para turcos desde el año 2005 a la fecha en la Región del Biobío totalizan solo 19.
Entre esos casos están el de Ahmet Ciftci, de 27 años. Vino de la ciudad de Kayseri hace dos años para trabajar con su tío que llegó hace cinco años a probar suerte a Chile con un negocio de telas turcas, "Duck Telas". En un castellano más a menos claro se da a entender y explica que hace dos meses reside en Concepción.
escasos amigos
Pero no solo para trabajar quería Ahmet llegar al fin del mundo. Después de estudiar Turismo en la Universidad de Erciyes sus motivaciones eran aprender otros idiomas y conocer otras culturas y aunque Santiago lo decepcionó un poco, porque es una ciudad sucia, Concepción sí lo ha ido atrapando de a apoco. "Me gusta estar aquí", dice, aunque los amigos son escasos. "A la gente chilena le gustan los turcos. En Santiago somos como una familia que se cuida y se ayuda cuando alguno está con problemas. Para el 18 de septiembre por ejemplo, ellos nos invitan", comenta, aunque admite que su vida acá es algo más solitaria, Concepción es más seguro y tranquilo que Santiago para vivir", agrega.
Del trabajo tampoco se queja. "El negocio anda bien, porque vendemos productos de buena calidad, trabajamos directamente con fábricas turcas…",
Ahmet es el cuarto de 6 hermanos. Su papá administra un restorán en Kayseri y su mamá es dueña de casa. Sus hermanos son profesionales y una de ella es profesora y el menor está en un preuniversitario. "Me gusta aprender nuevas cosas y conocer nueva gente", señala.
Ercan Ertunc también huyó de Santiago en busca de una vida más calma. Antes vivía allá con su tío, "pero aquí es más tranquilo", afirma.
Antes de venir a Chile hace unos 18 meses, Ercan se desempeñaba como ejecutivo bancario en Estambul durante 8 años, hasta que un día decidió que ya no trabajaría más ahí. Es que "la gente está muy estresada, es una ciudad no muy grande pero con 18 millones de habitantes, y todos quieren todo rápido, nadie tiene paciencia. También se trabaja 8 a 9 horas diarias, pero las distancias son largas y a uno le toma mínimo una hora llegar a su casa. En Concepción, en 15 a 20 minutos ya está en otro lugar", afirma en un español todavía dificultoso.
Conocedor de los negocios, Ercan abrió hace 9 meses su propia tienda EuRopa Oulet de ropa nueva y de segunda mano en Maipú 747. Dice que ahora las ventas están un poco bajas, cree que por el clima y agrega que a la gente le gusta su negocio especialmente la música turca que pone en su local y que la gente reclama cuando la cambia.
"Primero pensé en poner un restorán, busque un lugar pero no encontré. Todo lleno y caro, como 7 meses después encontré un local grande y pensé en traer ropa". Ésta la compra por mayor en Santiago, a compatriotas, y también en Concepción a otro turco, dueño de una verdadera multitienda (Berlin), de cuatro niveles ubicada en pleno paseo peatonal, que vive en Alemania y acá tiene administradores, también turcos, pero que declinaron dar entrevista. "Por ahora, no quiero cambiar de ciudad o de país", dice Ercan. Hace cinco años fue a Malasia, Singapur, pero todos los días había 40 grados de calor. Viví dos semanas allá y entonces miré a Chile, que tiene buen clima, con tres meses de calor y otros de invierno, bien.
Ercan también es un lobo solitario. Consultado si tiene polola o novia, sonríe y lo niega. "Nuestra cultura es un poco diferente, es muy conservadora, pero tampoco es obligación casarse a poco de conocer a alguien", explica.
En Concepción, no hay una "colonia" turca donde se reúnan habitualmente. Lo más importante es trabajar. En general no beben, ni comen con sal, no salen de noche y tampoco desarrollan actividades culturales o religiosas. "Tranquilo no más", dice Ercan. Admite que una de las cosas que le ha costado acostumbrarse es la comida, pero comenta que su personal "cada día trae colación de chileno y prueba. Y la cazuela bueno, me gusta".
En su tienda EuRopa Outlet da empleo a 5 personas, pero reclama que aunque tiene cámaras, "en mi tienda ladrones muchos". A veces gente muy profesional".
Para Emir Cilingiroglus (35) su llegada al país es circunstancial. Cuenta que su hermano mayor conoció a una chilena en Estados Unidos y se casaron acá. Él vino al matrimonio y quiso quedarse. De esto hace 10 años. Pero antes de venir ya sabía muchas cosas sobre Chile. Sobre Neruda por ejemplo, porque le gusta mucho leer, así como la geografía y la historia. Por eso también conocía mucho de Pinochet. Se adaptó rápido y aprendió el idioma.
playas y montañas
En estos años ha trabajado en varios lugares; en una empresa con sucursales en todo Chile y también vivió en Iquique. Recuerda que cuando recién vino a Concepción sería por una semana, pero la ciudad le gustó mucho y decidió quedarse. "Concepción tiene de todo cerca. Tiene playas y montañas, es una ciudad pequeña pero moderna. Igual ya hablo como chileno, dice con orgullo, mencionando chilenismos como cachái, al tiro, bacán.
Cree que no hay más de cinco turcos en Concepción y reconoce que no hay vida social entre ellos. En Santiago hay más actividades, en la embajada se hacen algunas celebraciones y fiestas en fechas especiales, pero acá no hay nada de eso.
Aunque todos se declaran musulmanes la religión no se practica, porque no tienen dónde. Sí respetan algunos cánones como los de la alimentación, que tiene prohibiciones bastante estrictas, como la carne de cerdo e incluso el yogurt.
Leer, salir y disfrutar la naturaleza y la música clásica que disfruta cada vez que hay un concierto en el Teatro Concepción, son sus principales entretenciones en sus horas libres.
Por ahora Emir está a cargo de un negocio de ropa y zapatos usados cuyos dueños están en Turquía. Dice que una vez que ellos lleguen instalará su propio negocio de menajes. Pero sus aspiraciones van más allá. Estima que el Tratado de Libre Comercio entre Turquía y Chile podría favorecerlo por ejemplo, para iniciar exportaciones de vino aunque los turcos no son de tomar mucho, la relación precio calidad del producto nacional es muy competitivo y podría venderse bien en restoranes.
Él estudió turismo en su país, y pretende seguir estudiando en Chile, pero ingeniería comercial. Tiene residencia definitiva y piensa solicitar la nacionalidad chilena. Allá, en Estambul quedan su hermana, que es médico y su madre, que es difícil que venga porque es casi imposible subirla a un avión, comenta.