Una persona transgénero es la que pertenece a un género distinto al que se le asigna socialmente al nacer, pudiendo ser de esta manera, transgénero femenina (nace biológicamente hombre y pertenece al género femenino) o masculina (nace biológicamente mujer y pertenece al género masculino).
María José Sazo siempre tuvo claridad y respeto por la diversidad sexual. Sin embargo, fue recién hasta que su hija cumplió 13 años que se dio cuenta de que, a diferencia de lo que ella y su familia creía, esa niña era en realidad un niño.
La realidad actual para los niños transgénero es compleja, dado que las confusiones, críticas, discriminación y falta de apoyo, los dejan en una peligrosa vulnerabilidad emocional, a la que muchos de ellos escapan a través de conductas autodestructivas.
Precisamente ser un espacio y contención para niños y adolescentes de la Región del Biobío es el objetivo que persigue Transitando en Familia, que comenzó su actividad a inicios de julio y ya se encuentra funcionando junto a 20 niños trans.
La agrupación es liderada por María José, quien luego de su experiencia decidió ser un aporte real para otras familias que, al igual que le sucedió a ella, se encuentran frente a un tema delicado de abordar.
"Lo que hacemos es, a través de la persona transgénero, llegar a la familia y ver qué necesita cada una para lograr un acercamiento correcto, que es entregar todo aquello que la persona transgénero necesite, porque no todos son iguales, algunos, se quiere operar, otros hormonar, y otras nada. Les damos un acompañamiento en el área de salud, legal, inclusión social e inclusión en la educación", detalla.
El trabajo de acompañamiento está a cargo de un psicólogo, y además tienen derivación al Hospital Higueras.
Reaccionar a tiempo
"Yo creí que tuve una niña", confiesa Sazo, explicando que "uno le asigna el género a los hijos de acuerdo a sus genitales, pero la identidad de género está en la psicología. Le asigné un nombre femenino, y desde los cinco o seis años comenzó a manifestar un rechazo hacia su identidad. No le gustaba que le pusiera vestidos, ni jugar con muñecas. Vivió toda su infancia con mucha rabia. Alrededor de los 13 años se cortaba, se intentó suicidar, lo tratamos con psiquiatra, neurólogo, medicamentos. Estudiaba en un colegio religioso de niñas, donde sentía que no encajaba y sólo quería desaparecer".
La que antes era una niña hoy es Javier, un joven de 17 años. Confiado, alegre y paz consigo mismo. Llegar a eso no fue fácil, recuerda su madre.
"No entendíamos qué le pasaba, hasta que un día dieron un programa de la National Geographic que hablaba sobre la transexualidad. Me hizo mucho sentido, lo llamé (a Javier antes de su transición) para que lo viera conmigo y le dije '¿no será esto lo que te pasa?'. Su cara se iluminó. De esa forma entendimos que él era un niño y no una niña", añade.
Para una familia, la transexualidad de uno de los integrantes no es un proceso simple, debido a que es entendido como un peso social que deberán cargar con fuerza.
Los intentos suicidas, autoagresión física, abusos de drogas y/o alcohol, u otras formas para buscan alivio, se dan mucho en adolescentes, principalmente debido a la discriminación dentro de las familias, porque sienten que teniendo el apoyo del vínculo más inmediato, son capaces de seguir adelante con fuerza.
Es por ello que reaccionar a tiempo es clave. María José, por su desconocimiento en el tema, tardó en hacerlo.
"Yo me paralicé porque es una carga social tremenda, tuve que acompañarlo en su transición, pero también en la mía, porque fue un cambio de vida, de tener una niña a tener un niño. Es un cambio total, porque es tener otro género, otra apariencia, otro nombre, hormonarse, operarse, insertarlo así a la sociedad. La idea de Transitando en Familia es ayudar a tomar acciones de manera inmediata y así evitar que los niños sufran o se hagan daño, y además tener apoyo de su entorno inmediato, porque para los niños transgénero el rechazo familiar es su gran herida", afirma.
Dar oportunidades
De acuerdo a Sazo, Transitando en Familia entrega capacitación a distintas instituciones, entre ellas el Sename. "Hay otra agrupación que también hace esto que es la OTD (Organizando Trans Diversidades), pero que es de Santiago con presencia a nivel nacional".
Según sostiene, es urgente avanzar en este tema, dado que el apoyo y contención permiten la apertura de oportunidades.
"En la sociedad está instalada la idea de que el transexual es el que está en la calle prostituyéndose, cuando en realidad esas personas transgénero que llegaron a la prostitución fue porque no tuvieron oportunidades sociales, educacionales y laborales con su identidad de género real, la que ellos sienten", apunta.
En ese sentido, la fundadora de la agrupación penquista manifiesta que "el trabajo de nosotros es cambiar esa realidad, favoreciendo la inserción de los chicos. Por eso dictamos charlas en establecimiento educacionales y espacios culturales, hacemos talleres para las familias y trabajamos con ellos de manera individual".
La educación escolar es uno de los aspectos que, a juicio de María José, siguen con la tarea de informar sobre la diversidad sexual. "Por esto estamos muy solos, pero con una verdad que es irrefutable, que no se puede revertir, que no es una enfermedad. La apertura y el trabajo debe ser desde lo educativo, porque con la ley no basta, no elimina las conductas de rechazo y discriminación. Hay mucho que educar y que aprender".