Mujeres en el poder, el mundo ya cambió
Controversia generó un titular en los diarios trasandinos sobre los vestidos de Michelle Obama en el marco de la visita que Presidente de Estados Unidos realizó a Argentina el mes pasado. Muchos no saben que ella es Doctora en Derecho de la Universidad de Harvard, o que era la jefa de su marido cuando se conocieron.
Así, resulta increíble que en pleno siglo XXI, en vez de aprovechar la oportunidad para preguntarle por su visión en temas políticos, nos centremos en su percepción de la moda.
Las Presidentas latinoamericanas no han corrido mejor suerte. Desde señalar que están en el poder por su marido, padre o incluso 'padre político', hasta cuestionar sus desaciertos ya que su instinto femenino falló, pasando, obviamente, por su elección de vestido, la evaluación de nuestras Mandatarias no está en la misma línea que la de sus símiles masculinos.
Jamás el estilo de Pepe Mujica pasó por sobre su perspectiva política, pero la decisión del color de la ropa de Cristina Fernández fue un tema de debate en la sociedad. Cabe destacar que incluso su nombre fue adaptado a una usanza del siglo pasado, reemplazándose su apellido por el de su marido.
En nuestro propio país nadie cuestiona el liderazgo de Eduardo Frei, pero el de Michelle Bachelet se atribuye al momento histórico que vivió su padre. En Brasil, la administración de Lula da Silva se debate mucho menos que la de Dilma Rousseff. En Estados Unidos, un empresario que nunca ha tenido ningún cargo público tiene validación como candidato a la Presidencia, pero una mujer que ha dedicado su vida al servicio público es vista solo como la 'señora de'.
En Perú, para Keiko Fujimori no es suficiente haber obtenido la primera mayoría antes del balotaje, ya que la percepción de 'hija de' sigue primando.
Los ejemplos señalados nos dan cuenta de que el problema va mucho más allá del color político, centrándose solo en el género. Derecha o izquierda pasa a segundo plano cuando tenemos en frente a una mujer intentando entrar a un mundo históricamente dominado por hombres. Necesitamos transmitir el mensaje de que el mundo no está cambiando, sino que ya cambió. Las mujeres no debemos llenar espacios solo por cumplir con cuotas.
Nuestras Presidentas no están en el poder como un accesorio, lo están debido a sus méritos. Y su gestión debe ser evaluada, para bien o para mal, tal como la de sus pares.
Falta hacer un gran esfuerzo para que la sociedad se dé cuenta de que este sesgo ya debería haber pasado de moda.