Desplome del precio del cobre pasará la cuenta a las familias chilenas
A pesar de los crecientes niveles de desarrollo económico que nuestro país ha ido logrando en las últimas cuatro décadas y de los intentos por diversificar la estructura productiva y exportadora nacional, Chile no ha logrado liberarse de la indiscutible dependencia que tenemos del cobre.
Y así queda demostrado con las caídas graduales en el precio del metal rojo y el definitivo desplome de la última semana, que lo ubicó en niveles mínimos desde mayor de 2009 por debajo de los US$2,03 la libra.
En su informe trimestral del mercado internacional del cobre correspondiente al período octubre-diciembre, la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) proyecta que el precio de la libra de cobre para 2016 bajará a US$ 2,15, 35 centavos menos respecto a lo estimado en el informe de septiembre de 2015. Sin embargo, para 2017 la entidad proyecta que el valor del metal rojo llegaría a un promedio anual de US$ 2,2.
¿Pero cómo afecta esto a los ciudadanos? Claudio Parés Bengoechea, PhD., director del Departamento de Economía de la Universidad de Concepción, explica que cuando el precio del cobre cae, Chile recibe menos dólares por cada libra que exporta. Si a eso sumamos el hecho que la baja se debe a una disminución de la demanda, el resultado es que vendemos menos cobre y más barato, por lo que ingresan menos dólares a Chile,
El fenómeno anterior, detalla, genera dos cosas: primero, la escasez de dólares aumenta su precio y, con él, los precios de todos los bienes que se transan internacionalmente; y se reduce la actividad económica, la minería contrata menos gente, esa gente compra menos bienes y servicios, la gente que vendía esos bienes y servicios también pierde negocios.
"La solución podría ser aprovechar el alto precio del dólar para exportar otros productos como frutas, pescados, madera, etcétera. Sin embargo, los costos de producción han subido casi tanto como el dólar", explica.
SOLUCIÓN TEÓRICA
Parés plantea que "entonces, tenemos dólares más caros y menos actividad económica. La solución "teórica" (keynesiana, para ser más específico, puesto que para los "clásicos" la solución es sentarse a esperar, lo que es igual a decir que no hay solución) es sencilla: el Estado reemplaza esta disminución, aumentando el gasto fiscal mientras dure el chaparrón. El problema es que en Chile los ingresos del Estado dependen del cobre, por lo que esa solución teórica se complica bastante. Hay una vuelta a través de los mercados financieros, es decir, pedir prestado o usar los ahorros, pero por alguna razón le tenemos pánico a cualquier nivel de endeudamiento público".
Por esta razón es que el panorama para 2016 no es para nada alentador. "Porque para salir de esta coyuntura necesitamos cambios más bien estructurales y esos podrían demorar varios meses o incluso años", señaló.
EL IMPACTO
Para Francisco Klapp, investigador del Programa Económico de Libertad y Desarrollo, la caída en el precio del cobre sin duda afecta a las familias y de muchas formas.
Primero, porque si bien el gasto público se construye tomando como referencia el precio de largo plazo del metal, para cumplir con sus promesas el Gobierno incurrirá en grandes déficits y deberá hacer uso de parte de sus ahorros, además de endeudarse. Y eventualmente las tasas de interés se vean afectadas por este déficit fiscal encareciendo el endeudamiento para las familias.
Adicionalmente, existe una alta correlación inversa entre el tipo de cambio y el precio del cobre: "cuando el cobre sube el dólar baja y cuando el cobre baja el dólar sube. Los efectos inflacionarios de un dólar sobre los $730 que tenemos hoy son innegables", precisa.
Agrega que esto va más allá de los bienes importados, los cuales se encarecen para todos los chilenos. Si la depreciación del peso se mantiene, más temprano que tarde los costos de los insumos importados que se utilizan para producir bienes y servicios en Chile también se encarecen, lo que finalmente llega al consumidor.
"Afortunadamente, la baja mundial en el petróleo nos ha dado una mano en este aspecto, pese a lo cual la inflación lleva meses superando lo considerado como aceptable por el Banco Central", señaló el experto.
Un tercer aspecto es el empleo y los salarios de la industria minera y sus efectos sobre otros sectores.
Klapp detalla que cuando la minería es exitosa no solo aquellos que directamente se relacionan con la industria se benefician, sino también proveedores y todos quienes ven sus ventas aumentar por el auge, como las automotoras o los restaurantes en las zonas mineras durante el boom. Pero el efecto va más allá y la demanda por mano de obra en minería, y en la construcción asociada a la misma, presiona también al alza el salario de otros sectores y regiones. Y un buen ejemplo son todos los trabajadores que periódicamente se movían incluso desde Concepción para laborar en el norte.