La odisea que (por fortuna) tuvo final feliz
Puede resultar curioso, pero seguramente de no haber extraviado sus documentos y dinero cuando llegó a Sao Paulo, Alfredo Silva quizás no habría tenido las mismas comodidades que vivió antes, durante y después de su participación en la Corrida de San Silvestre. Es que el atleta que sufre de discapacidad cognitiva cumplió su sueño de participar en el tradicional evento pedestre que se celebra cada 31 de diciembre luego de ver truncado su objetivo el año pasado.
Claro que la historia no arranca ahí y tampoco tuvo un auspicioso inicio. Nada más llegar al terminal de buses paulista el 28 de diciembre las cosas empezaron a ponerse de color gris cuando la persona que debía esperarlo nunca apareció.
"Se suponía que tenía un cartel con mi nombre, pero no vi a nadie. Como me dijeron que no me moviera de allí, esperé y esperé, pero no pasó nada", recuerda Alfredo. Allí se quedó más de una hora, hasta que buscó el número para contactar con la organización de la prueba pedestre. Decidió abordar un radio taxi y ahí la historia cambio de gris a negro. "Después que me bajé me revisé y había perdido toda mi documentación. Se me debe haber caído cuando le pagué al chofer", explica el jardinero y también estafeta en los Tribunales de Justicia, entre varios de sus oficios.
Luego vino lo peor cuando en la organización le informan que jamás acusaron recibo de su inscripción. "Tenía que hacerlo una persona desde Concepción y no tenían mis papeles que acreditaban mi condición de discapacitado", explica.
Tuvo que revisarlo un médico brasileño y hacerle un chequeo para poder contar con la autorización para participar. "Me dijeron que por mi situación iban a hacer una excepción", recuerda. Esa fue la primera luz al final del túnel. Luego vendría la del consulado. "Me contacté con Hernán Bascuñán (cónsul) y al enterarse de mi problema me dieron dinero, una tarjeta de matrícula con la que me podía identificar y alojamiento en el Hotel Paulista Flat", apunta en alusión al exclusivo edificio ubicado en pleno centro de Sao Paulo y a cuadras del lugar donde se disputaría la Corrida San Silvestre.
"Mi pieza tenía de todo, hasta una cajita fuerte y una tarjeta magnetica para poder ingresar. Jamás había estado en un lugar así", recuerda aún con asombro, el mismo que aún no se le borra de la cara cuando llegó el día de la prueba. "Fue súper lindo, nunca había visto tanta gente en las calles. Lo importante era llegar a la meta sin importar el tiempo. Y lo hice mostrando la bandera chilena", narra con orgullo.
Hoy está de vuelta, gracias al consulado. "Al final me pagaron todo y por eso les estoy muy agradecido, al igual que con un concejal de Concepción (Jaime Monjes), que me regaló zapatillas para participar. Pero ahora lo primero será volver a sacar mis documentos", aclara sin perder el humor.