¿Hay una solución espiritual para la obesidad?
Hace un tiempo, al mirar un programa sobre obesidad infantil, empecé a pensar en la solución espiritual para el problema.
El conductor del programa entrevistó a la abuela de una niña de 4 años que pesaba más de 40 kilos. La mamá trabajaba todo el día y la abuela cuidaba de la nena, que ya enfrentaba varios problemas de salud y movilidad debido a su peso.
Cuando no encontraba comida, la niña lloraba, diciendo que la abuela no la quería. Entonces para mostrarle su "amor", la abuela la dejaba comer de todo, todo el día.
Quizás muchas familias chilenas enfrenten dificultades similares, pues según algunos estudios, Chile es el segundo país latinoamericano en cantidad de niños obesos.
El problema de la obesidad está empezando cada vez más temprano.
¿Dónde está el problema? ¿En la educación, en el bullying, en la industria alimenticia? ¿Podrían ser ellos la consecuencia y no la raíz de este trastorno?
La raíz quizás esté en lo que provoca el comer descontroladamente y el estilo de vida sedentario: la insatisfacción, la flojera, el cansancio. Por lo tanto, la obesidad entre niños y adultos podría sanarse encontrando la fuente espiritual de satisfacción y movimiento.
Esta fuente es la Mente divina. El aprecio por uno mismo y por las actividades físicas empieza cuando se entiende que el amarse y el moverse forman parte de la naturaleza espiritual de cada uno, y por lo tanto es natural expresar gracia, control y energía.
Virginia Vender, de Santiago, demostró esto al sanar de obesidad mórbida. Al estudiar profundamente y estar consciente de su relación con la Mente divina, sin ansiedad pasó a alimentarse con inteligencia y a caminar con gusto, y perdió 28 kilos. Además, el vacío interior que sentía se llenó de Amor. Su transformación interior cambió sus actos y su cuerpo para mejor, e incluso sanó de enfermedades previamente diagnosticadas.
Al igual que Virginia, espero que quienes enfrentan la obesidad -propia o de sus familiares- busquen enfocarse en la fuente espiritual de satisfacción y de movimiento, y así, con vitalidad y alegría, expresen control sobre sus pensamientos y hábitos.
Sin duda, esta es una forma de colaborar para obtener una sociedad más equilibrada, satisfecha y saludable.