Hace algunos días se conoció un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que incluyó el consumo de carne procesada en la lista de productos con alto riesgo de producir cáncer. La noticia causó gran impacto mundial, pues este producto es incluido de manera periódica en la dieta de grandes y chicos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que si bien esto no debería ser sinónimo de alarma, sí debería despertar curiosidad en los consumidores en relación a informarse mediante fuentes confiables que incluyan base científica.
Así lo sostuvo Marcelo Fernández, presidente del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile Filial Concepción y secretario Académico de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, quien aclaró que "no es novedad que producto del avance de la ciencia e investigaciones se conozcan estudios como éste y sumado a que nuestra actual demografía se caracteriza por ser una población más envejecida producto del aumento de la esperanza de vida y control de enfermedades crónicas, veamos que aumentan los casos de ciertas enfermedades como el cáncer que se asocian a la acumulación de la exposición al daño, como lo pueden ser ciertas sustancias contenidas en los alimentos".
RECOMENDACIÓN
Al respecto, Fernández explicó que un grupo de 22 expertos de diez países convocados por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), realizaron una revisión exhaustiva de la literatura científica en donde las carnes rojas como las carnes procesadas han sido relacionadas con mayor riesgo de cáncer colorrectal. Concluyeron así, que 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en un 18%.
En base a estos datos, la recomendación general de la OMS es moderar el consumo de carne procesada para reducir el riesgo de cáncer colorrectal.
Respecto a "carne procesada", según la Iarc es aquella carne que ha sido transformada a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación. La mayoría de las carnes procesadas contienen carne de cerdo o carne de vaca, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves, menudencias o subproductos cárnicos tales como la sangre. Cecinas, carne en conserva, charqui y salsas industrializadas a base de carne son algunos ejemplos de éstas.
Desde allí, el profesional comentó que otro objetivo de limitar el consumo de carne roja o carne procesada es reducir la ingesta de grasa y sodio, factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares y obesidad.
En nuestro país estas recomendaciones están abordadas a través de las Guías Alimentarias (Gaba) para la población chilena, que sugieren también preferir carnes como pescado y pollo, evitar el consumo de cecinas, optar por alimentos que tengan menos grasas, azúcar y sodio.