Don José Martínez Gaensly
Seguro, su paso por las universidades de Concepción y de Chile fue un factor. Otro, su labor en un tribunal de gran reconocimiento como la Corte de Apelaciones penquista. Un tercero, su formación en una familia de profunda tradición. Mas, es claro que en su propia naturaleza trajo la virtud de la nobleza, caballerosidad y justicia.
Bien vale el recuerdo. No solo porque el 4 de septiembre, ante casi 400 personas en el Aula Magna, se homenajeó su memoria al ser presentado un libro con episodios ligados fuertemente a un momento de su labor de juez. También, porque el reciente día 22 de octubre se cumplieron dos años de su adiós.
José Tomás Martínez Gaensly nació en Concepción el 29 de diciembre de 1914, en O`Higgins 1213, esquina con Ongolmo. Fue el cuarto de siete hijos de Francisco Martinez Cabrera, contador, y de Ana Gaensly Lecornec. ¿Sus hermanos? Francisco, contador; Ana, profesora; Germán, periodista y relacionador público; Antonio, profesor y periodista (El Sur, Crónica, Radio U. de Concepción); y Miguel y Carlos, ambos médicos cardiólogos.
Sus estudios primarios y secundarios fueron en el Liceo Enrique Molina. Iniciados los superiores en la Udec, tuvo un paréntesis como locutor de radio y durante 6 años como periodista en El Sur, donde fue reportero y Secretario de Redacción. En ese tiempo se casó con María Luisa Nazar Vergara, alumna de odontología. Terminada la carrera de ella, don José retomó leyes en la U. de Chile y se tituló de abogado el 17 de junio de 1948.
En los 60 fue relator (I) de la Corte de Temuco y juez (S) en Talcahuano. En 1970 asume de relator de la Corte de Concepción y más tarde como Ministro en Iquique. Del norte vuelve a los tres años no sin antes vencer la porfía de adeptos a la dictadura que lo acusaban de un supuesto pasado político. Las rabias lo enfermaron severamente esa vez.
Un caso notable en que fue ministro en visita -está en la historia tribunalicia- fue, en 1979, en el de los 19 detenidos-desaparecidos de Laja-San Rosendo, caso, señala su familia, casi sin procedentes en la época ya que involucraba a miembros de las FF.AA. y de Carabineros. Eludiendo a veces a agentes represores del Estado y casi solo con el actuario y el legista, César Reyes, de una labor extraordinaria, lograron, antes de declarar la incompetencia y trasladar el caso a la justicia militar (eran las leyes de la dictadura), entregar los restos y certificados de defunción de las víctimas. En 1985 investigó la muerte del universitario José Randolph Segovia. De nuevo hubo carabineros implicados. Esa vez se amenazó a la familia y agredió a la esposa del actuario que apoyaba la investigación. Continuó sin ceder a presión alguna, hasta demostrar que el joven había sido asesinado.
Sin duda, como se dijo el 4 de septiembre, por estas y otras razones el nombre del noble magistrado debería ser estampado en una gran avenida o espacio público de Concepción.