A propósito de Halloween
Se acerca la fiesta de Halloween y los católicos con hijos pequeños se preguntan qué hacer, si celebrarla o no. Facebook se empieza a plagar con advertencias de ciertos grupos de creyentes que ven en esta fiesta la manifestación de Satanás y su proliferación en el mundo. Ésta me parece una actitud equivocada por las siguientes razones.
En primer lugar, porque, como me dijo mi hija menor el otro día en relación a otra cosa, "le ponemos mucho color", es decir, proyectamos en los niños lo que nosotros pensamos y ni se nos ocurre considerar el tema desde su perspectiva, que es, sencillamente, la de un disfraz, de un juego. Los niños tienen mucho más clara la diferencia entre la realidad y la fantasía. Ellos distinguen muy bien cuándo están jugando y cuándo el juego se acabó. No me imagino a ningún niño que se disfrace para rendirle culto al demonio. Lo que buscan es volver con hartos dulces.
En segundo lugar, porque disfrazándose de aquello que pudiese asustar es una forma de quitarle su poder y, jugando, entrenarse para enfrentarlo cuando le llegue el momento de hacerlo. Disfrazarse de lo que aterra es una forma de dominarlo.
En tercer lugar porque ante lo sanguinario y violento de la televisión y de muchos videojuegos, un disfraz de bruja o de monstruo es como para que dé un ataque de risa. Puede suceder que, sin querer, se esté siendo incoherente al horrorizarse por un disfraz y no preocuparse por la violencia que generan las injusticias, por ejemplo. Esto es lo que Jesús llamó irónicamente "colar el mosquito y tragarse el camello" (Mt 23,24).
En cuarto lugar porque olvidan que Jesús ya venció al demonio, cosa que se ve, por ejemplo en el episodio de las tentaciones en el desierto, y que, si bien es cierto, sigue todavía actuando entre nosotros, lo podemos vencer uniéndonos al triunfo de Cristo quien se ha acreditado como "el más fuerte" (Mc 3,22-30). Se ha dicho que una de las manifestaciones del demonio en nuestro tiempo es hacer creer que no existe, cosa con la que estoy de acuerdo; pero, también me parece que verlo en todas partes es hacerle el juego, porque nos obliga a vivir asustados, a la defensiva.
Por último, también hemos olvidado que los judíos y los cristianos hemos sido los campeones del reciclaje. Los judíos reciclaron cantidad de fiestas cananeas, como la pascua que era originalmente una fiesta de pastores celebrada en la época en que su ganado menor tenía sus crías para protegerlas de la muerte ocasionada por los malos espíritus, y la convirtieron en la fiesta por excelencia de la liberación; y nosotros la reconvertimos en la fiesta de la resurrección de Cristo.
Asi que ¡a no ponerle tanto color! Y un consejo final que practico hace años: en vez de dulces, alimentación sana. Hay, por ejemplo, una gran variedad de barras de cereal, algunas hasta sin azúcar, que, para mi sorpresa, han tenido una gran acogida entre "las huestes del averno" que cada año golpean mi puerta.