Los 130 años de la Academia Chilena de la Lengua
Fundada en Santiago, el 5 de junio de 1885, la Academia Chilena de la Lengua, correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española e integrante del Instituto de Chile; cumple 130 años. Y los cumple con una impecable trayectoria, la que en las últimas décadas ha tenido una mayor presencia y visibilidad en nuestra vertiginosa vida cotidiana.
Muchos que antes desconocían su existencia, ahora la aprecian como una institución viva y dinámica, que tiene cosas que decir respecto de la lengua misma y de sus diferentes manifestaciones. Ello se explica por su actual política panhispánica, el activo trabajo de sus comisiones de lexicografía, gramática y literatura y la designación de miembros de número y correspondientes en la mayoría de las principales ciudades del país.
CONSTANTE CAMBIO
Lingüística y literatura son los ejes primordiales del quehacer de la Academia, corporación que también forma parte de la Asale (Asociación de Academias de la Lengua Española).
Son 22 las Academias, lo cual demuestra la unidad y el interés por compartir nuestro idioma, con todo lo que ello implica.
El conocido lema de la RAE, "Limpia, fija y da esplendor", creado en 1715, nos parece a estas alturas algo dogmático y poco amable, toda vez que la lengua está en continuo cambio como objeto histórico y dinámico.
Es ella, es decir, el uso y la costumbre, la que nos impone finalmente su propia autoridad. Como decía Andrés Bello, no hay otra autoridad que la lengua misma y la Academia observa, describe tendencias y recomienda.
Como bien afirma nuestro actual director, Alfredo Matus Olivier, las Academias son una suerte de "notarías, de observatorios del uso".
Sin embargo, y para no ser ingratos con ese viejo lema académico, podemos decir que "limpiar", implica preocupación; "fijar", establecer lo más adecuado y razonable, "le bon usage" como diría Maurice Grevisse para la lengua francesa. "Dar esplendor" sería el corolario de lo que la lengua entrega en su honda nobleza creativa.
Es necesario destacar que existe algo así como una conciencia general en nuestra sociedad de lo que significa el prestigio y crédito, por ejemplo, del Diccionario de la RAE y de la Asale.
Cada vez que se tiene alguna duda sobre nuestro idioma, se recurre a esa fuente tradicional que es el diccionario y, ahora, a la posibilidad de hacer consultas idiomáticas en línea (La Academia responde), gracias a las nuevas tecnologías.
UNIÓN Y PALABRAS
El lema de la Academia Chilena de la Lengua es "Unir por la palabra", lo cual pone de manifiesto un deseo y una realidad.
La cuarta acepción del diccionario de la RAE, señala lo siguiente para el verbo "unir": "Acercar una cosa a otra, para que formen un conjunto o concurran al mismo objeto o fin".
Y es que la lengua como un instrumento vivo de comunicación, como precioso bien o don, permite que seamos capaces de acercarnos, de compartir lo que somos y tenemos, lo que queremos ser y hemos sido. En el fondo, para que memoria y presente nos hagan siempre mejores, más humanos, más solidarios y nos sintamos menos solos. La lengua es manifestación de una cultura dinámica que incluye la historia de esa cultura.
A propósito de comunicar, de dialogar, la tercera acepción, en desuso, que el diccionario señala para el verbo "conversar", es "vivir, habitar en compañía de otros". Cuando converso, entonces, establezco más que un mero intercambio de información. Un bello poema de Octavio Paz, titulado precisamente "Conversar", nos dice en su última estrofa: "La palabra del hombre/ es hija de la muerte./Hablamos porque somos/ mortales: las palabras/ no son signos, son años./ Al decir lo que dicen/ los nombres que decimos/ dicen tiempo: nos dicen./ Somos nombres del tiempo./ Conversar es humano".
DIVERSA LABOR
En su afán de "Unir por la palabra", de vigilar amorosamente esa "ñ" en común que como letra es en español, la Academia Chilena de la Lengua ha desplegado una serie de iniciativas que concurren a que tomemos conciencia del significado práctico de la lengua en nuestra sociedad.
Una voluntad que responde al convencimiento de la unidad de la lengua española, del idioma, en la rica diversidad que posee y no en una uniformidad sin sentido. La unidad panhispánica implica las más diversas visiones de mundo, las distintas zonas geográficas y sus particulares historias y no una determinación única centrada en Madrid.
En esta tarea de vinculación con la sociedad en general y no ya tan solo entre los especialistas, la entidad nacional tiene a su haber diversas publicaciones que muestran el quehacer propio de la corporación.
Al respecto podemos citar el "Boletín" de la Academia, el cual recoge la vida de la institución, especialmente los discursos de recepción e incorporación de los académicos. Está el "Diccionario de uso del español de Chile (DueCh)", los "Cuadernos del centenario", la "Colección literatura" y el libro "Lo pienso bien y lo digo mal. Notas idiomáticas para el correcto uso del idioma" (Editorial Catalonia, 2014). Esta obra que ha suscitado un verdadero interés de los lectores.
Para destacar, "Diálogos de la lengua", que tiene como principal objetivo "acercar de manera entretenida y dinámica a los estudiantes al quehacer de la Academia y a las normas que rigen el uso del español en todas sus dimensiones".
Aplaudibles son los galardones que anualmente entregan, con elección a cargo de las comisiones de Gramática, Lexicografía y Literatura: premios "Academia", "Alejandro Silva de la Fuente", "Alonso de Ercilla" y "Doctor Rodolfo Oroz". El "Oreste Plath", que este año se ofreció por primera vez, fue otorgado a la dupla de trayectoria folclórica conformada por Margot Loyola (q.e.p.d.) y Osvaldo Cádiz.