Comunidad salesiana despidió a sacerdote con emotiva misa
La larga trayectoria del sacerdote salesiano Diego Muñoz Fuentes, de 86 años de edad, fue valorada con énfasis por la comunidad religiosa que recibió con pesar la noticia de su deceso.
El religioso -que producto de su delicado estado de salud debió recibir tratamientos paliativos renales y cardíacos en el Hospital de Carabineros en Santiago-, se encontraba viviendo en Linares, su tierra de origen, en cuya parroquia además prestaba servicios pastorales.
Fue en dicha ciudad -en la que nació el 23 de enero de 1929. Hijo de José Segundo y Sofía- en la que falleció el sacerdote, quien estaba a al cuidado de sus familiares. Allí también acudían permanentemente otros salesianos con la finalidad de acompañarlo y administrarle los sacramentos.
TRAYECTORIA
En enero Diego Muñoz celebró sus 69 años de vida religiosa y en noviembre próximo cumpliría 60 años de ministerio sacerdotal.
Su acercamiento a la espiritualidad salesiana se debió, tal como él mismo se encargaba de contar, a que allí encontró cercanía, familiaridad, juegos, piedad, estudios y disciplina.
En 1941 llegó al aspirantado de Macul. De esa manera, en medio de un ambiente formativo y de familia logró aclarar exitosamente las inquietudes que le rondaban, siendo luego admitido al noviciado Santa Filomena.
Un año más tarde efectuó su primera profesión, emitiendo sus votos trienales en manos del inspector P. Gaudencio Manachino.
Fue ordenado sacerdote el 27 de noviembre de 1955, en la Iglesia de La Gratitud Nacional, por imposición de monseñor Sebastiano Baggio, entonces Nuncio Apostólico del Papa Pío XII.
Durante 30 años, entre la década del '60 y del '90, se desempeñó como capellán de Carabineros, siguiendo la carrera uniformada, donde llegó a ser jefe del servicio religioso de dicha institución.
Fue como capellán donde se comenzó a destacar por atender a integrantes de otras instituciones armadas, ganándose así el afecto y reconocimiento, en especial por asumir un rol delicado en momentos históricos convulsionados y tormentosos.
Según informaron desde la congregación salesiana, el sacerdote, durante ese complejo período, asistió a personas perseguidas y juzgadas por cortes militares, junto a quienes compartió el sufrimiento, debido a su carácter sensible.
Posteriormente sumó -en dos períodos- cerca de 20 años de servicio en la obra salesiana de Concepción, estableciendo estrechas relaciones con personas de distintos puntos de la Región, y volviéndose conocido y apreciado.
Una de las características que recordaron quienes compartieron con él es que se emocionaba con facilidad cuando hablaba o reconocía la amistad que se le prodigaba; y expresaba sus sentimientos con franqueza y claridad.
Su labor fue cálidamente valorada en el Liceo San José de Punta Arenas, El Salvador de Talca, La Cisterna, Valparaíso y Valdivia, ciudades en la que además de Concepción, dejó una importante huella.