Muerte de Wes Craven implica un luto importante en el terror
Es cierto, hay nombres y nombres. Algunos más conocidos que otros para el gran público, como dicen. Sin embargo, el de Wes Craven debe ser escrito con mayúsculas, y no como una mera mención en portales o medios noticiosos.
Y así es, porque este director norteamericano fallecido el domingo a los 76 años puso su apellido en la parte alta del Olimpo cinematográfico desde un género siempre mal considerado menor: el terror.
Fue desde estas vertientes de las imágenes en movimiento que Craven puso en el inconsciente colectivo el nombre de Freddy Krueger. El asesino en serie de los sueños vio la luz pública en 1984 en la interesante primera entrega de "Nightmare on Elm Street".
Claro, una cinta de bajo presupuesto, pero de gran lucidez narrativa. Además, supo cómo darle un giro a las historias de asesinos seriales retomadas por John Carpenter en "Halloween" (1978).
Luego de Michael Myers (personaje central de la cinta de Carpenter) y "Martes 13" ("Friday the 13th", 1980), con el complejo Jason Voorhees (el director de ésta fue Sean S. Cunningham); parecía que todo estaba dicho en el nicho de las "slasher movies" (películas con brutales y gráficos asesinos). Hasta que apareció Craven.
Es éste quien partió el fin de semana a raíz de un cáncer cerebral, según confirmó su familia a The Hollywood Reporter.
UNA CARRERA POTENTE
Aunque ciertamente Wes Craven tuvo su clímax de popularidad gracias al personaje interpretado por Robert Englund hasta 2003 ("Freddy contra Jason"), el realizador y productor de cine y televisión nacido en Ohio, EE.UU (1939) tuvo una carrera sumamente interesante. Esto en términos estéticos y temáticos, desde su debut en 1972 con la brutal y aún vigente "La última casa a la izquierda". En este pequeño título expondría claramente uno de sus grandes temas: el ambiente y su afectación en el accionar de los protagonistas. En el cine de Craven el espacio físico y la naturaleza se tornan en "personajes" detonantes de tragedias inminentes en medios de locuras desatadas. Ya sea el desierto de "Las colinas tienen ojos" (1977) o las casas de "Scream" (1996), el director puso en escena proyectos con tintes autorales. La gracia es que los suyos siempre tuvieron los ingredientes de la entretención en planos privilegiados. Como Hitchcock, estamos frente a uno de aquellos realizadores que filmaron con el público en la cabeza y no el dinero en búsqueda de resultados.
Por lo mismo su nombre está por sobre lo que algunos plantean, que en 1996 "vivió un renacimiento al dirigir Scream" (el guión de esta película era de Kevin Williamson, quien con los años también daría que hablar).
BÚSQUEDAS
El terror fue para él la clave en cuanto a la forma de proyectar ideas y sentimientos. Pulsaciones que fueron más allá del "golpe sorpresivo" tan típico del cine del género durante el siglo que corre. O por lo menos de una parte.
Así, el director concretó intenciones fílmicas como "Música del corazón" (1999), cinta por la que su protagonista -Meryl Streep- tuvo una nominación al Oscar. También se puede citar lo que hizo para "París, te amo" (2006). Para la producción armada con 18 cortometrajes de diversas procedencias aportó "Père-Lachaise". Allí también se nota su pulso.