Poeta local propone un discurso desde el silencio de las mujeres
En 50 páginas de su primer libro de poesía "Menester", la autora e investigadora Ángela Neira, condensa una década de "escribidora" como ella misma se bautiza en medio de las gatas de su departamento.
La obra que nombra lo que el lenguaje masculino no muestra, denota el enfoque de la también profesora que entiende la práctica de las letras como un oficio habitual, donde no es urgente publicar. "La textualidad de los poemas se fueron procesando. El más antiguo, 'El pabellón', puede tener 10 años. Lo lingüístico y estético tomó su tiempo y ahora estoy conforme", confidencia.
Siguiendo las reflexiones de Ángela Neira, "Menester" (Ediciones Etcétera, 2015) se incubó palabra a palabra desde mediados de 2000, comprendiendo a la poesía como un lugar con mayúscula. Ello, desde los primeros versos que imprimió en trípticos autoeditados o difundidos en el periódico El Amante de la China del Norte, a principios del citado año.
Entonces, comenzó un ejercicio escritural que ayudó a dar origen al título de dramaturgia "Tres escenas en la vida de Alicia" (Al Aire Libros, 2009).
LIBRO Y DISCURSO
- Sí, tenía una imagen de escribidora y entré a Pedagogía en Español en la UdeC, para después estudiar el magíster en Literatura, tratando de crear lúcidamente, consultando libros, diccionarios, no me sale la palabra fácil, me es difícil. Por eso no tengo una gran producción comparada con los de mi generación. Me concentro en uno hasta que me sale.
- Lo es de alguna manera, por el trabajo de experimentación con el lenguaje: podía tener un mismo sentimiento o idea para desarrollarla, pero el cómo hacerla me llevo tiempo. No tengo ningún texto de una tarde. Esa metáfora del laboratorio me parece bien. Necesito una escena para escribir ordenada, limpia, mis papeles, mi computador, el diccionario etimológico.
- El silencio, pero no el de Neruda de "Me gusta cuando callas porque estás como ausente". Me ubico como sujeto en ese silencio que para el Nobel es estático como si se tratara de un tema. Yo, en cambio, me realizo desde ahí y expreso la voz de las mujeres que históricamente han estado silenciadas como objetos o motivos estéticos. Trabajo desde la lingüística feminista, consciente de que el castellano de Chile está lleno de signos y señas patriarcales, que tienen que ver no sólo con la gramática, sino con el sentido. Entonces, lo que trato de hacer es escribir nombrando, mostrando, visibilizando lo que el lenguaje masculino no me ha mostrado.